Guzmán, considerado el líder del cartel de Sinaloa, fue entregado a las autoridades estadounidenses el último día del gobierno del presidente Barack Obama y en vísperas de ser sustituido por Donald Trump.
Andrés Granados, abogado de Guzmán, dijo a The Associated Press: “Fue ilegal. Ni siquiera nos notificaron. Lo manejaron políticamente para opacar la situación de las gasolinas”.
Por su parte, el Departamento de Justicia estadounidense agradeció al gobierno mexicano su “cooperación y asistencia” para garantizar la extradición de Guzmán.
La cancillería mexicana informó en un comunicado que un tribunal rechazó un amparo contra la extradición, por lo que las autoridades decidieron enviarlo al país vecino, donde es buscado para ser procesado por narcotráfico.
Dos funcionarios estadounidenses confirmaron a la AP que Guzmán iba en camino a Estados Unidos. Uno de ellos dijo que la agencia antidrogas, DEA, recibió en custodia al capo en Ciudad Juárez, en la frontera con Texas, y un avión partió a las 17:31 horas tiempo del este (2200 GMT) hacia Nueva York. Los funcionarios hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a discutir el tema públicamente.
Su escape en julio de 2015 fue sumamente embarazoso para el gobierno del presidente mexicano Enrique Peña Nieto, y autoridades del país parecían ansiosas de entregarlo a Estados Unidos. Los abogados de Guzmán habían peleado para evitar su extradición desde entonces.
Guzmán fue recapturado en enero de 2016, casi seis meses después de su segundo escape a través de un túnel.
El líder del cartel de Sinaloa, quien permanecía detenido en una prisión cercana a la localidad fronteriza de Ciudad Juárez, enfrenta múltiples cargos en seis distintas jurisdicciones en Estados Unidos, incluidas Nueva York, San Diego, Chicago y Miami.
Una acusación en el Distrito Este de Nueva York, donde se espera que Guzmán sea juzgado, lo señala de estar a cargo de un cartel de las drogas con miles de integrantes que obtiene ganancias por miles de millones de dólares. Dice que el capo y otros miembros del cartel de Sinaloa han utilizado sicarios para asesinar, secuestrar y torturar.
Guzmán fue acusado inicialmente por un gran jurado federal estadounidense en julio de 2009. Se le acusó, junto con Ismael “El Mayo” Zambada, de varios cargos relacionados con drogas, armas y lavado de dinero.
“El criminal Joaquín Guzmán Loera, fue extraditado esta tarde para hacer frente a sus procesos penales pendientes”, escribió el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en su cuenta de Twitter.
La primera vez que Guzmán escapó fue en 2001. Pasó más de una década en fuga antes de ser recapturado en 2014, convirtiéndose en una especie de leyenda para un segmento de la población mexicana, por desafiar a las autoridades, y fue inmortalizado en narcocorridos. El siguiente año volvió a escapar a través de un túnel que cavó desde el baño de su celda.
Mientras estuvo fuera de la cárcel, en el otoño de 2015, sostuvo un encuentro secreto con los actores Sean Pean y Kate del Castillo. La reunión fue objeto de un artículo que Penn publicó en Rolling Stone en enero pasado, justo después de que las autoridades mexicanas recapturaron a Guzmán en Sinaloa. En la entrevista, Guzmán no se disculpó por sus actividades criminales, y dijo que se había dedicado al tráfico de drogas desde los 15 años para sobrevivir.
Guzmán regresó al penal del Antiplano, de donde se fugó. En mayo pasado, autoridades lo transfirieron a una prisión cerca de Ciudad Juárez.
Durante su campaña, Donald Trump acusó a México de enviar criminales y violadores a Estados Unidos, y prometió construir un muro en la frontera y hacer que México pagara por ello. Reiteradamente, las autoridades mexicanas han dicho que no será así.
Derek Maltz, quien fue jefe de la División de Operaciones Especiales de la DEA hasta su retiro en 2014, dijo a la AP que el momento en el que ocurre la extradición, a menos de 24 horas de que Trump asuma la presidencia, podría entenderse como un buen gesto de parte de México.
Añadió que la extradición de Guzmán no necesariamente frenará el papel del cartel de Sinaloa en el tráfico de drogas, pero es otra señal de que los gobiernos de México y Estados Unidos son serios con respecto al combate al narcotráfico. “Cuando empiecen a ver las extradiciones de los líderes del cartel y vean el increíble esfuerzo de México con los asesinatos y las capturas, empezarán a sentir el riesgo como nunca antes”, dijo Maltz.
Hasta el momento, la Casa Blanca no ha emitido ningún comentario.