Adamu Garba dijo que él y otros maestros calculan que unos 40 estudiantes murieron en el asalto que comenzó hacia las 2 de la mañana hora local en el colegio del gobierno federal Buni Yadi. El vocero de las fuerzas armadas, el capitán Eli Lazarus dijo que los soldados siguen recuperando cadáveres por lo que no puede darse una cifra total de víctimas.
Garba, que enseña en una escuela de secundaria adjunta a la universidad, dijo que los atacantes incendiaron primero el bloque administrativo del centro, y luego se dirigieron a los dormitorios, en los que encerraron a los estudiantes y comenzaron a lanzar bombas incendiarias contra los edificios.
En uno de los dormitorios, indicó, “los estudiantes intentaron salir por las ventanas, pero los terroristas los mataron como a ovejas, los degollaron. Otros que corrieron fueron abatidos a balazos”. Agregó que los estudiantes que no pudieron escapar fueron quemados vivos. Habló con The Associated Press en Damaturu, donde él y varios profesores lograron huir.
El ataque del martes sitúa en más de 300 civiles muertos en lo que va de mes atribuidos a Boko Haram. El presidente Goodluck Jonathan dijo el lunes por la noche en una conferencia de prensa que los ataques de Boko Haram “son muy preocupantes” aunque está seguro que “los superaremos”. Su declaración fue un pobre consuelo para los que han pedido familiares, casas, negocios, todas sus pertenencias y sus trabajos en la rebelión de cuatro años que desalojó a decenas de miles de personas de sus casas.
El secretario de Estado norteamericano John Kerry condenó el lunes la “indescriptible violencia y acciones de terror” y agregó que Estados Unidos ayudó a las autoridades de Nigeria a elaborar un amplio plan “para combatir la amenaza que plantea Boko Haram al mismo tiempo que son protegidos los civiles y es asegurado el respeto a los derechos humanos”.
Este es el más reciente de una serie de ataques de los que se responsabiliza al grupo Boko Haram (cuya traducción es “la educación occidental está prohibida”) que ha provocado que autoridades regionales digan que las fuerzas armadas están perdiendo la guerra para impedir que haya un levantamiento islámico en el mayor productor de petróleo de África.