Por Cecilia González. Corresponsal
Buenos Aires, 27 Oct (Notimex).- A cinco años de su muerte, el expresidente Néstor Kirchner se consolidó como una figura mítica para sus militantes que se enojan, lloran, insultan y se indignan ante la posibilidad de que el gobierno pierda las elecciones presidenciales.
El duelo de los kirchneristas se renovó en este nuevo aniversario del fallecimiento de su líder, que se cumple sólo dos días después de la primera vuelta de unos comicios que dejaron en claro que la era de poder que Kirchner inauguró en 2003, puede terminar.
Las redes sociales se colmaron de imágenes del exmandatario, con mensajes de nostalgia, pero también con advertencias de que deben seguir su ejemplo y trabajar para que el candidato del proyecto, Daniel Scioli, gane la segunda vuelta del próximo 22 de noviembre.
Nunca como ahora había estado tan en riesgo el poder kirchnerista, ya que el rival de Scioli y favorito para ganar es Mauricio Macri, el derechista jefe de Gobierno de Buenos Aires que se fue corriendo al centro y que siempre fue un enemigo para el expresidente.
La vigencia del legado político de Kirchner, y de su reconversión en mito, fue tarea de su esposa y sucesora, la presidenta Cristina Fernández, quien vistió de luto total durante tres años y lo lloró en cada discurso.
En un afán que rozó la megalomanía, hospitales, carreteras, escuelas, calles, clubes, albergues, rotondas y hasta una central nuclear y el máximo centro cultural de América Latina, que está ubicado en Buenos Aires, fueron bautizados con su nombre.
Néstor no se murió…, se convirtió en un cántico recurrente, con un dejo a plegaria, en las movilizaciones de La Cámpora, la agrupación juvenil que creó y dirige Máximo Kirchner, el hijo de la pareja presidencial.
Aunque el gobierno pierda las presidenciales, la continuidad política de la dinastía Kirchner está garantizada, ya que el pasado domingo, a sus 38 años, Máximo se enfrentó por primera vez a las urnas y será diputado nacional a partir de diciembre próximo.
El apellido más poderoso de Argentina durante este siglo mantendrá, también, su feudo en Santa Cruz, la provincia patagónica en donde Alicia Kirchner, hermana del expresidente y cuñada de la presidenta, ganó las elecciones para gobernadora.
Ahí, en Santa Cruz, Kirchner comenzó en la década del 80 una carrera política en la que fue intendente y luego gobernador durante 12 años, hasta que en 2003 llegó a la presidencia del país en medio de una grave crisis política, social y económica.
La renovación de la desprestigiada Corte Suprema, la defensa de los derechos humanos de las víctimas de la dictadura, un discurso crítico hacia los organismos internacionales de crédito y la estabilización económica le valieron al nuevo presidente el auge de su popularidad.
En 2007 decidió alternar el poder con su esposa, una combativa legisladora con carrera propia que ganó las elecciones presidenciales de ese año, aunque el plan era que Kirchner volviera a postularse en 2011.
Los planes y el futuro del kirchnerismo cambiaron la mañana del 27 de octubre de 2010, cuando el líder murió de manera sorpresiva, a los 60 años y víctima de un paro cardiorrespiratorio, en su casa en Santa Cruz.
Kirchner estaba acompañado por su esposa, la presidenta que, en medio de la conmoción social y política que provocó la muerte de su marido, ganó un año después la reelección con un contundente 54 por ciento de los votos.