Hablando con la AP horas antes de participar en un proyecto de construcción de viviendas organizado por Habitat for Humanity en Memphis, Tennessee, Carter dijo que continuará recibiendo medicamentos de estimulación inmunológica que ayudan a su cuerpo a buscar las células cancerosas tras completar cuatro rondas de tratamiento. Es demasiado pronto para que los médicos determinen los resultados de los fármacos desde agosto, afirmó. También recibió un tratamiento de radiación dirigida ese mes.
“He reaccionado bien a los tratamientos”, declaró. “No me he sentido incómodo o enfermo después de que terminaron los tratamientos. Así que esa parte ha sido un alivio para mí y creo que para los doctores. Pero el resultado final de qué tan bien están combatiendo o controlando el cáncer, aún no los conocemos”.
Carter afirmó que no ha recortado nada de su agenda de trabajo en el Centro Carter, la organización de derechos humanos que fundó tras dejar la Casa Blanca. Está dudando de un viaje para monitorear la elección de este mes en Myanmar, pero entre los observadores estará su nieto y nuevo director general del centro, Jason Carter.
También tomó un papel de mediador en una disputa entre los hijos de Martin Luther King Jr. y sigue siendo el principal impulsor de Habitat for Humanity.
Carter y organización beneficencia con sede en Atlanta han sido sinónimos por más de 30 años. El museo presidencial de Carter en Atlanta incluso incorpora una exhibición que presenta un par de sus botas de trabajo y un martillo que una vez utilizó en un concurso en el programa Tonight Show.
Él y su esposa, Rosalynn, ofrecen una semana de su tiempo cada año desde 1984 para participar en “los proyectos de Carter”, eventos que atraen a miles de voluntarios y toman meses de planeación. Los planes parecían en riesgo en agosto cuando el exmandatario reveló su enfermedad y surgieron dudas sobre realizar la construcción planeada para noviembre en una región remota de Nepal.
En última instancia, la preocupación sobre los disturbios civiles en la región obligó a la cancelación del viaje más que el estado de salud de Carter, ya que sus doctores habían aprobado el viaje.
“En agosto… No sabía si iba a estar físicamente apto o si los médicos me dejarían ir a Nepal, pero ellos finalmente aprobaron mi ida y estaba muy feliz y emocionado por ello”, comentó Carter. “Saber que no podíamos ir debido al desorden civil en Nepal fue un golpe muy fuerte para mí y supongo que para las otras 2.500 personas que iban a acompañarnos”.