El parlamento de Japón aprobó una ley que permite al emperador Akihito convertirse en el primer monarca del país en abdicar en más de 200 años, pero dejó la puerta abierta a un debate sobre la posibilidad de permitir que las mujeres suban al trono.
El gobierno se vio obligado a elaborar una ley única para permitir a Akihito, de 83 años, abdicar después de sugerir el verano pasado que su edad y problemas de salud estaban afectando su capacidad para llevar a cabo funciones públicas.
Akihito, que ha reinado en Japón desde 1989, tuvo una cirugía de cáncer en 2003 y una operación de bypass cardiaco en 2012.
En un raro discurso televisado en agosto pasado, dijo: “Me preocupa que me resulte difícil cumplir mis deberes como símbolo del Estado con todo mi cuerpo y alma, como he hecho hasta ahora”.
Medios japoneses dijeron que el emperador renunciaría a finales de 2018 para permitir que su hijo mayor, el príncipe heredero Naruhito, se convirtiera en el ocupante número 126 del trono del crisantemo a principios del año siguiente.
Si bien no es el primer monarca japonés en abdicar, la actual ley imperial, que data de 1947, no permite una sucesión viva.
La nueva ley, aprobada por la cámara alta del parlamento japonés, sólo se aplica a Akihito, pero incluye una resolución no vinculante que pide al gobierno que considere la manera de asegurar la futura estabilidad de la monarquía.
La retirada de Akihito y el próximo compromiso de su nieta, la princesa Mako -que tendrá que dejar a la familia imperial después de casarse- han reavivado el debate sobre la escasez de herederos varones y una posible crisis de sucesión en una línea imperial que se remonta a 2,600 años.
La salida de Mako dejará a la familia imperial con sólo 18 miembros -tres de los cuales son mujeres- y sólo cuatro herederos del trono: Naruhito, de 57 años, su hermano menor Akishino y su hijo, el príncipe de 10 años Hisahito, y el hermano del emperador de 81 años, el príncipe Masahito.
El primer ministro, Shinzo Abe, resistió la presión de la oposición para incluir una cláusula que permitiera a las princesas establecer sus propias ramas dentro de la familia imperial después de casarse con plebeyos, permitiéndoles asumir su parte de deberes oficiales y sus hijos para convertirse en emperadores.
En cambio, la resolución pide al gobierno de que “estudie rápidamente” las maneras de asegurar una sucesión imperial estable, incluida la posibilidad de permitir a las mujeres ascender al trono, una medida popular entre el público pero opuesta por Abe y otros políticos conservadores.
Sin embargo, la ley no establece un plazo para que el gobierno comunique sus conclusiones al parlamento.
El emperador Kokaku, que renunció al trono en 1817, fue el último emperador japonés en abdicar.
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