Poco después de las dos de la madrugada del seis de abril de 2010, un guardia de la prisión estatal del Valle de Salinas notó que el compañero de celda de Alan Ager estaba tratando de ocultar algo debajo del colchón. Era el propio Ager, que sangraba por la boca y tenía un lazo de tela atado alrededor de su cuello.
Ager, un pederasta convicto, murió diez días después sin poder recobrar el conocimiento. Su muerte le significó a su compañero de celda una segunda cadena perpetua como condena.
Los condenados por cometer delitos sexuales, como Ager, constituyen un número desproporcionado de las víctimas, según un análisis realizado por The Associated Press de las cifras reveladas por el departamento estatal de prisiones.
Los abusadores sexuales hombres constituyen cerca del 15% de la población carcelaria pero representaron casi el 30% de las víctimas de homicidio, la AP descubrió de una desagregación de las de la muerte de 78 víctimas, que los funcionarios de prisiones han informado desde 2007, año en el que dieron a conocer las identidades y los crímenes por los que habían sido condenados los muertos.
Los decesos, 23 de 78 en total, han ocurrido pese a la creación una década atrás por parte del estado de California, de sitios de reclusión especiales para proteger a los reclusos más vulnerables, incluidos a los delincuentes sexuales, que son a menudo hombres que están tras las rejas.
En algunos casos, quienes han sido asesinados son prisioneros recluidos en las celdas destinadas para la población en general y, en otros, dentro de las unidades especiales que comparten con compañeros proclives a la violencia. Los funcionarios reconocen que en esas unidades, que también albergan a quienes tratan de dejar a las pandillas, se han creado bandas.
La violencia y los homicidios no disminuirán a menos que el estado reduzca la población penitenciaria por debajo de los niveles fijados por las cortes, el 137,5% de la capacidad del sistema, dijo James Austin, presidente del JFA Institute en Washington, una firma consultora especializada en asuntos penitenciarios.
“Mientras el estado no reduzca la población penitenciaria por debajo del 100% de su capacidad, esto seguirá sucediendo”, aseguró.
Las prisiones de California registraron 162 asesinatos entre 2001 y 2012 y ocho por cada 100.000 presos, el doble del promedio nacional en el mismo período y muy por encima del de estados grandes como Texas, Nueva York e Illinois, según las estadísticas federales.