SANTIAGO DE CHILE (AP) Los peores incendios forestales en la historia de Chile avanzaban descontrolados el miércoles acercándose a zonas pobladas y calcinando bosques y ganado mientras los lugareños huían de las gigantescas lenguas de fuego.
Según la Corporación Nacional Forestal (Conaf) 46 siniestros están activos en los cerros y bosques del centro sur chileno y cerca de 60 están controlados, lo que significa que aunque ya no exhiben lenguas de fuego la tierra está hirviendo porque las raíces de la vegetación siguen quemándose debajo de la superficie. Cualquier cambio o aumento en la velocidad del viento podría reactivarlos. En poco más de una semana las hectáreas arrasadas se acercan a las 160.000.
Según la Conaf son decenas los poblados y comunas en peligro de ser alcanzados por incendios de “comportamiento conflictivo” que avanzan hacia ciudades como Cauquenes, 350 kilómetros al sur de Santiago, o la comuna de Florida, cuya escuela y varias casas ahora son cenizas. Florida está a solo 42 kilómetros de Concepción, la tercera ciudad más grande de Chile. Lolol es otra pequeña localidad que fue consumida la madrugada del miércoles.
El Colegio Médico Veterinario se ha desplegado por esas zonas para tratar de ayudar a apicultores que aún no han perdido a sus abejas, mientras cada día crece el número de ganado calcinado, que incluye caballares y ovejas. Las especies de fauna silvestre muertas o heridas son incalculables.
Bomberos entrevistados por la televisión estatal suplicaron por aeronaves lanza agua para poder acercarse y hacer cortafuegos.
La Conaf y la Oficina Nacional de Emergencia tienen cerca de 40 helicópteros y pequeños aviones trabajando, pero que han resultado insuficientes. La mitad de las aeronaves de la Conaf están fuera de operación, admitió su director Aaron Cavieses.
El miércoles temprano aterrizó en Chile el mayor avión anti-incendios del mundo, que puede lanzar 73.000 litros de agua de una vez frente a los 5.000 o 6.000 litros que descargan los que están trabajando. El Supertanker fue aportado por la chilena Lucy Ana Avilés, que reside en Colorado, Estados Unidos, quien enfrentó una fuerte resistencia de la Conaf que no confía en que la aeronave pueda funcionar en las regiones de O’Higgins y Maule, las más afectadas, por su topografía de pequeños valles rodeados de cordillera.
Aunque los costos de operación del Supertanker pueden elevarse a los dos millones de dólares -que serán aportados íntegramente por Avilés- la Conaf sólo lo autorizó vuelos de prueba por dos días.
Dieter Linneberg, representante de la empresa dueña del avión, dijo que el aparato ya fue probado en grandes incendios en Israel y recordó que “esto no es una varita mágica que puede apagar incendios” sino que es complementario a la labor en tierra de los brigadistas.
Alfredo Mascareño, de la Conaf, declaró que “estamos gustosos de poder probar esta aeronave” en los términos que dispondrá su institución.