Desde que surgió el fuego el viernes se “quemó una superficie de 5.500 hectáreas, mayormente de malezas y pastos, y áreas degradadas del patrimonio forestal, o sea plantaciones de pinares taladas en años anteriores que no fueron repuestas”, expresó una nota de la Agencia de Información Nacional (AIN). El incendio en Cuba se produjo en un área rural y forestal de la provincia de Camagüey, a unos 500 kilómetros al este de La Habana.
Según dijo a la AIN Geovanne Viera, funcionario del Cuerpo de Guardabosques, se espera que el fuego pueda ser extinguido en las próximas horas -si las condiciones climáticas no cambian- pues sólo quedan tres focos que los bomberos tienen rodeados con “trochas cortafuegos”.
Unos 150 bomberos enfrentan de manera directa a las llamas, según mostró la televisión cubana, mientras las autoridades enviaron maquinarias especializadas incluyendo algunas pertenecientes a empresas de la construcción destacadas en la zona para ayudar en las labores. Pese a que los primeros reportes indicaban que el incendio se dirigía a un zona de bosques denominada Meseta de San Felipe, Viera aseguró que no había afectaciones en ese área.
La Meseta de San Felipe comenzó a ser forestada con pinos y eucaliptos en la década del 60 pero los incendios, una “deficiente atención de silvicultura y una pobre reposición redujeron la boscosidad”. El periodo de cinco meses entre enero y mayo (cuando llegan las lluvias) suele ser el de mayor concentración de incendios forestales en la isla.
Datos publicados por el rotativo Juventud Rebelde en enero con base en cifras ofrecidas por los guardabosques indicaban que para este año se pronosticaban entre 405 y 453 incendios forestales y “como ha sucedido históricamente, alrededor del 88% se concentrará en el período enero-mayo”.