“Este hotel tiene un gran significado para mí, me impresiona no por su altura pues no es mucha, sino porque es un edificio simbólico de la Revolución Cubana, aquí Fidel Castro instaló su oficina en los primeros meses del año 59 después que el Hilton se convirtió en Habana Libre“, expresó Robert en conversación con la AP, el viernes.
Vestido con un pantalón de cuero color verde y una chaqueta de cuero negro, Robert junto a su manager Claude Megeve, hace un reconocimiento de este edificio de unos 126 metros por encima del nivel del mar y 27 pisos. El lunes se propone escalarlo por un costado y con el permiso de las autoridades cubanas.
“Es un nuevo tipo de edificio, con una estructura particular, en algunos lugares un poco deteriorada, eso es el reto para mí, porque realmente no es muy alto” explicó el francés.
El hotel se llamaba Habana Hilton cuando se inauguró en marzo de 1958, pero al triunfo de la Revolución en 1959, se bautizó Habana Libre y Fidel Castro instaló en un piso sus oficinas durante unos meses.
“Yo considero este hotel como un desafío de Castro, y me encanta la idea de que ahora el reto me toca a mí”, manifestó Robert.
El francés que acostumbra escalar ayudándose solo de sus manos y si ningún implemento para ayudarlo o garantizar su seguridad, subió a la azotea y miró el punto hasta donde deberá llegar el lunes, en tanto escaló un par de metros por el costado como prueba. Después se tomó fotos con varios obreros que interrumpieron su labor para mirarlo.
“La altura me fascina, me encanta la pureza de lo vertical, me atrae este juego entre la vida y la muerte, en esos momentos siento plenitud” comentó Robert, de mediana estatura y unos 50 kilos.
Desde muy niño dice que se sentía atraído por los árboles o edificios, pero no sabía cómo lanzarse.
“Un día cuando tenía ocho años regresé de la escuela a mi casa, mis padres no estaban porque trabajaban, se me había olvidado la llave y no quería esperar en la calle, entonces decidí subir los siete pisos por la fachada, y entré al apartamento por la ventana”, contó.
Robert rompió el hielo y comenzó a dedicarse a su pasión. A los 20 años sufrió una caída de 15 metros, seis días de coma y múltiples fracturas, cabeza, nariz, muñecas, codo, cadera y talones, “tremendo susto, desde entonces padezco de vértigos y el seguro social me considera minusválido” señaló Robert.
Sin embargo el joven no se amilanó a pesar que los médicos auguraron el final de la carrera. “Tengo miedo, claro, soy un ser humano como cualquier otro, pero no por eso dejo de hacer lo que me gusta, me empeño en escalar, domino el miedo, además sé que en cuanto comienzo la escalada se me quita todo y disfruto lo que hago”.
Robert recordó que uno de los susto más grandes lo tuvo en 1999, en Chicago cuando estaba a 350 metros de altura en un edificio y de repente la pared estaba húmeda, “me saco de paso, de concentración, fue una lucha contra la muerte, algo terrible”.
Tiene múltiples recuerdos gratos, en particular cuando en Dubai, en los Emiratos Arabes, escaló los 828 metros del edificio más alto del mundo, “comencé a las seis de la tarde y termine cerca de medianoche, horas dura pero de gran felicidad”.