México, 27 Sep (Notimex).- El cantautor argentino Gustavo Cordera celebró la noche de este sábado su regreso a México con una velada, en la que removió las emociones de sus seguidores, bailó con ellos y rindió homenaje a sus antiguos compañeros de la banda Bersuit Vergarabat.
Visiblemente animado, El Pelado Cordera, acompañado de su Caravana Mágica, apareció en el escenario ante las ovaciones y gritos del público, que ansioso por verlo se dio cita en el Plaza Condesa.
Tras una reverencia que hizo para agradecer la bienvenida, el músico abrió el concierto con la canción Agua de río. México, D.F., agua de río, volviendo una vez más, dijo a los presentes, quienes apremiaron con aplausos.
Cientos de manos se agitaron al aire mientras Cordera cantaba Estoy real, enseguida gritó México, subiendo el ánimo del público que ya bailaba y brincaba ante los primeros acordes de La caravana se siente.
No dejó caer el ambiente festivo, el artista se contoneó, bailó, aplaudió, se acercó a saludar al público e interpretó lleno de energía Canción para mi cabeza y Me la juego a morir.
Una pequeña pausa y el silencio del público. La siguiente parte del concierto es un homenaje a mis ex compañeros de Bersuit Vergarabat, estas canciones de alguna manera me van a traer aquel pasado a este presente para darles fuerza una vez más, gracias a mis amigos de la caravana que aceptan tocarlas, expresó.
Bersuit, Bersuit, gritó el público y, después, el cantante dio paso a la pieza La soledad.
Honró a la madre tierra con Madre hay una sola e invitó al público a hacer conciencia para expulsar de los países latinoamericanos a empresas que lastiman gravemente al ecosistema.
Esta canción fue un emblema en los años noventa, la gente no quería escucharla porque Latinoamérica vivía sumergido en el neoliberalismo. Este es un tema que manifiesta nuestro odio y nuestro resentimiento, así presentó El tiempo no para.
El músico siguió el espectáculo con una interpretación que describió como una pintura de la ciudad de México y que hizo para la cinta Amores Perros, primer largometraje del oscarizado director mexicano Alejandro González Iñárritu y que cambió el rumbo de la vida del intérprete, según él mismo declaró.
En seguida pidió a los asistentes bajar un poco la adrenalina para la interpretación de su siguiente tema: Mensajera, con la cual hizo una celebración a la mujer, a la maternidad, al amor y dedicó a su mujer Stella Maris, quien también participó con coros en el escenario.
Tras asegurar que las mujeres no escuchan las razones de los hombres y bromear sobre que estos últimos deberían crear una liga que los ayude por ser víctimas del amor femenino, deleitó con Hablándote y El lisiadito.
La noche retomó su ánimo festivo y reventó la euforia del público con las interpretaciones de No es que sea viejo y Va por la Chapultepec, mientras que la cumbia anuncio su llegada con La bomba loca y Asalto de cumbia.
Animado y muy bailarín, Cordera subió a cuatro jóvenes mujeres para que lo acompañaran en el escenario.
Después de un breve descanso, el músico apareció nuevamente en el escenario con una playera color naranja que tenía un gran ojo en medio y mencionó:
Esta playera tiene un ojo que representa a nuestro observador interno, el ojo de la conciencia, con el cual tenemos que mirarnos y ver hacia fuera porque es nuestro único amigo, consejero y nuestro compañero fiel que es nuestra propia mirada acerca de las cosas; y con esa mirada y con el tiempo pude escribir canciones como esta que les voy a regalar a todos ustedes, expuso.
Así, empezó a cantar Mi caramelo, que los asistentes corearon al unísono, para luego continuar con Señor cobranza y La bolsa, temas con los que invitó al público a saltar como canguros, como mulas, como conejos.
Tocó el turno de Mi soberano. El fin de la velada se acercaba y Cordera agradeció a todos sus seguidores: Abran el corazón, el pecho, bendiciones a este pueblo hermoso y gracias por recibirnos. y enseguida dio paso a Un pacto para cerrar el concierto.