La destrucción del marfil, confiscado a lo largo de dos décadas, fue un mensaje a los cazadores furtivos y los traficantes que a juicio de los conservacionistas contribuirá a restringir el tráfico ilícito que amenaza la supervivencia de la especie. Otros países que han hecho lo mismo recientemente son Estados Unidos, Gabón y China, principal mercado del marfil.
“Las requisas aduaneras pueden variar de un año a otro, pero hay algo que no cambia, que es el apetito de los consumidores por el marfil”, afirmó Sebastien Tiran, agente aduanero en el aeropuerto Charles de Gaulle, de París, donde fue confiscado el grueso de la carga. En el 2012, se calcula que 22.000 elefantes africanos fueron cazados para extraerles los colmillos, según un estudio preparado por CITES, TRAFFIC International y el Grupo Especialista del Elefante Africano SSC.
El precio de mercado del marfil es de más de 1.000 dólares la libra (2.200 por kilogramo) y se ha duplicado con creces en el último lustro, dijo Ginette Hemley, vicepresidenta de conservación de especies en el Fondo Mundial de la Vida Silvestre.
Hemley apoya la destrucción del marfil incautado por considerar que hace saber que los gobiernos no tolerarán ni se beneficiarán con el marfil cazado ilegalmente. Pero admitió que la mera destrucción no será suficiente para enfriar la demanda, que según dijo ha crecido en gran medida desde el 2009.
“No va a ocurrir de la noche a la mañana”, afirmó. Pero agregó que cuando el marfil cazado ilegalmente fue prohibido en 1989, tomó de dos a tres años antes de que los precios bajaran verticalmente, como también el número de elefantes muertos para extraerles los colmillos.
Los precios volvieron a subir una década después impulsados por la demanda en China, y los beneficios empezaron a atraer al hampa, Los críticos de la destrucción del marfil requisado dicen que puede ser contraproducente al disminuir el suministro y aumentar los precios.