Al arranque, la 20ma edición del certamen parecía que iba a estar condenada al fracaso por un recorte en el presupuesto del gobierno para el evento y un tifón que causó fuertes vientos que derribaron a invitados en la alfombra roja, pero el festival superó esos obstáculos, luego que compañías basadas en Busan, otros patrocinadores corporativos y profesionales del cine surcoreano ayudaron a financiar el festival.
Los organizadores además hicieron arreglos para que trenes de alta velocidad y choferes transportasen a muchos de los invitados varados en el aeropuerto en Seúl, incluso la actriz alemana Nastassja Kinski, quien llegó a Busan a tiempo para la ceremonia inaugural.
El festival atrajo un récord de 227.000 visitantes en 10 días, un leve aumento respecto al año pasado. Legendarios cineastas como Hou Hsiao Hsien y Leos Carax, los actores Harvey Keitel, Sophie Marceau y Yoo A-in estuvieron entre las estrellas que se encontraron con el público en estrenos o al aire libre en una playa.
La cinta que cerró el festival fue “Mountain Cry”, del director chino Larry Yang, un romance que se desarrolla en una remota aldea montañosa. El festival exhibió 302 películas de 702 países, inclusive 125 estrenos mundiales.
Una de las películas más celebradas fue “Inmortal”, del iraní Hadi Mohaghegh. Fue honrada con dos de los mayores galardones del certamen.
El director de 37 años ganó el premio Nuevas Corrientes, con una bolsa de 30.000 dólares, que se confieren a dos directores asiáticos con una o dos películas en su carrera, en la única competencia del festival. Los jurados, encabezados por la veterana actriz y directora taiwanesa Sylvia Chang, describieron la película como “un logro extraordinario de narración visual”.
La película ganó además el premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine por “su enfoque altamente artístico y humano al mostrar una tragedia familiar que evoca un tema universal, a través de un uso magistral del lenguaje de cine”.
Otra ganadora de New Corrents fue la cinta kazaja “Walnut Tree”, de Yerlan Nurmukhambetov, por “mostrar una forma de vida que es poco familiar para la mayoría de nosotros, pero probar cómo el humor, la gentileza y el perdón nos conectan a todos”.
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