El primer ministro malayo Najib Razak indicó el lunes por la noche en un anuncio televisado desde Kuala Lumpur que no hay duda alguna de que el vuelo 370 cayó en el sur del Océano Indico. Los familiares de los pasajeros fueron convocados a un hotel en Beijing cerca del aeropuerto para escuchar la noticia, y unos 50 acudieron a la cita. Al concluir la conferencia abandonaron el lugar en medio de evidentes muestras de dolor y pesar. Una mujer se desplomó de rodillas mientras gritaba “¡Mi hijo, mi hijo!”.
Varios equipos médicos llegaron al Hotel Lido con camillas y un anciano fue sacado del salón de conferencias en una de ellas, con la cara cubierta por una chaqueta. Minutos después, una mujer de mediana edad fue sacada en otra camilla, con el rostro de color ceniza y los ojos en blanco, perdidos en la distancia.
Casi todos los familiares se negaron a formular declaraciones a los reporteros congregados en el lugar, y algunos de ellos respondieron llenos de ira, pidiendo a los periodistas que no filmaran lo que estaba ocurriendo. Los guardas de seguridad tuvieron que sujetar a un hombre con el pelo corto que comenzó a dar patadas a un camarógrafo de la televisión y que gritaba “¡No filme. Lo mataré a golpes!”.
Wang Zhen, cuyo padre y madre, Wang Linshi y Xiong Yunming, iban en el avión al igual que un grupo de artistas chinos que realizaban una gira por Malasia, escuchó el anuncio por televisión desde otro hotel. Indicó que algunos de los familiares recibieron un mensaje en inglés de la aerolínea comunicándoles la noticia formulada en una conferencia, avanzada ya la noche, que dio el primer ministro de Malasia.
Según el funcionario, un análisis sin precedentes de la información recopilada vía satélite concluyó que el vuelo, que desapareció el 8 de marzo con 239 persona a bordo en ruta de Kuala Lumpur a Beijing, debió caer al mar, lejos de cualquier posible lugar de aterrizaje.