La emotiva reacción de los progenitores de José Salvador Alvarenga, de 37 años, fue de una inmensa alegría mezclada con lágrimas, lo que también podría ayudar a explicar cómo éste salvadoreño se las ingenió para sobrevivir a mar abierto a borde de un bote descubierto por unos 10.400 kilómetros. “Ya teníamos ocho años de no saber de él, creíamos que ya estaba muerto, este es un milagro, la gloria es para Dios”, dijo su madre María Julia Alvarenga Samayoa, de 59 años a The Associated Press.
La mujer rompió en llanto cuando contó los detalles de la llamada telefónica que tuvo con su hijo desde las Islas Marshall. Le dijo que estaba bien, y que lo estaban alojando en un hotel, donde lo alimentaban y lo estaban medicando.
Su padre, José Ricardo Orellana, de 65 años, propietario de una tienda y de un molino de harina en el poblado costero de Garita Palmera, dijo que su hijo es hombre joven, fuerte y robusto, con una devoción hacía el océano que lo llevó a buscarse la vida en el mar pescando desde los 14 años.
Entre las preguntas que siguen sin respuesta sobre la historia del náufrago están cómo el fornido pescador sobrevivió en una zona donde sólo pocos lo harían, por qué se ha olvidado de muchos detalles básicos de su vida y qué ocurrió exactamente con el adolescente que lo acompañaba y que él dice que murió en medio del oleaje.
Los padres también dijeron que su apodo de la infancia era “el Chele Cirilo”, que coincide con el nombre de un hombre registrado como desaparecido por funcionarios de la defensa civil mexicana durante una tormenta en noviembre de 2012. La oficina de la Defensa Civil dijo que un pequeño barco pesquero transportaba a dos hombres, Cirilo Vargas y Ezequiel Córdoba, y que se reportó como perdida debido a un temporal ocurrido el 17 de noviembre de 2012. También dijo que no se encontró rastros de la nave o de sus tripulantes pese a una intensa búsqueda de dos semanas.
Alvarenga dijo que su compañero pescador, que identificó sólo con el nombre de Ezequiel, murió después de un mes en el mar y que él mismo arrojó su cuerpo por la borda.
La madre dijo que sus otros hijos ya sabían de la odisea del naufragio y de su supervivencia pero “no me querían decir, es que yo padezco de la presión”, dijo.
También se sospecha por su estado físico, que para algunos se encuentra en muy bien estado para una odisea en la que no tuvo acceso a agua dulce y en la que estuvo bajo el sol durante meses. Alvarenga dijo que sobrevivió comiendo pescado crudo, aves y tortugas antes de que arribara a un atolón de las Islas Marshall de Ebon, en el océano Pacífico, ubicado a unos 10.400 kilómetros (6.500 millas) de la aldea de pescadores Costa Azul, México, desde donde dice que zarpó. También dice que se hidrató gracias al agua de lluvia y a la sangre de las aves que atrapaba y que una vez que estuvo cerca de Ebon, nadó a tierra.
No hubo explicación inmediata acerca de la discrepancia en fechas dadas por Alvarenga y las autoridades mexicanas o sobre los diversos nombres de los sobrevivientes. Alvarenga dijo que zarpó el 21 de diciembre de 2012 pero los pescadores de la aldea Chiapas, del estado del sur de México, dijeron que un centroamericano conocido como “La Chancha “, se encontraba perdido desde noviembre de 2012. Alvarenga pudo haber utilizado varios apodos pero su recuento de los detalles parece confuso.
José Manuel Aragón, portavoz de la oficina de Defensa Civil de Chiapas, dijo que tras la pérdida de la embarcación, las dos semanas de búsquedas fueron infructuosas, lo que refleja la incredulidad generalizada sobre la historia de supervivencia que narra Alvarenga.
Los narcotraficantes usan a Centroamérica como ruta de transbordo de drogas que tienen como destino Estados Unidos, pero no hay pruebas de los traficantes usen una pequeña embarcación como ésta para tratar de hacer un viaje tan largo.
La piel de Alvarenga no parece quemada por el sol pese a que, según su relato, estuvo a la deriva por mucho tiempo. “Para mí es difícil imaginar a alguien que haya podido sobrevivir durante 13 meses en el mar”, dijo el embajador estadounidense, Tom Armbruster, en Majuro, capital de las islas Marshall. “Pero también es difícil imaginar que alguien llegue a Ebon de la nada. Lo cierto es que este hombre ha pasado por una prueba difícil y ha estado en el mar por algún tiempo”.
Otras autoridades, sin embargo, prefirieron reaccionar con cautela a la narración del hombre, que sólo habla español y cuya travesía tratan de reconstruir. De ser cierta, su odisea se colocaría entre las grandes historias de supervivencia en el mar.
Armbruster dijo que el hombre de habla pausada se quejó el lunes de dolor de articulaciones y que aunque cojea, puede caminar. Tenía cabellera y barba largas, dijo el embajador, y que más que un hombre que haya sufrido hambruna, parecía hinchado en algunas partes, como en los tobillos. Por lo demás, agregó, Alvarenga parecía en buen estado de salud.
Ambruster también dijo que la lancha era de fibra de vidrio de siete metros (23 pies) de eslora. Agregó que una tormenta los alejó de la costa y los dejó a la deriva. “Habló de que atrapó algunos peces que nadaban junto a la lancha y que se los comió crudos”, dijo Armbruster. “También dijo que comía pájaros y que bebió su sangre (de las aves)”.
Lo que está claro es que Alvarenga era un pescador experimentado. El embajador agregó que el hombre dijo no tener familia en México pero sí tres hermanos en Estados Unidos, aunque no pudo proporcionar de inmediato sus datos de contacto. El secretario interino de asuntos exteriores de las Islas Marshall, Gee Bing, dijo que Alvarenga no portaba identificación.