El reo Clayton Lockett, de 38 años, se convulsionó violentamente, gimió y se retorció después de que se le inyectara un coctel de tres drogas letales, según testigos que presenciaron la fallida ejecución en la Prisión Estatal en McAlester, en el sureste de Oklahoma.
Funcionarios carcelarios de Oklahoma suspendieron el procedimiento de ejecución, luego de que transcurrieron varios minutos sin que aparentemente ninguna de las drogas tuviera el efecto deseado.
Tras transcurrir 40 minutos, Lockett sufrió un ataque al corazón y fue declarado muerto a las 19:06 horas locales de este martes (00:06 GMT del miércoles).
Esto podría ser un verdadero punto que le dé un giro a todo el debate, ya que la gente está cada vez más molesta por este tipo de cosas, dijo Richard Dieter, director ejecutivo del Centro de Información sobre la Pena de Muerte, que monitorea la aplicación del castigo capital en este país.
Esto podría llevar a un alto en las ejecuciones hasta que los estados puedan demostrar que pueden hacerlo sin problemas, dijo Dieter.
De hecho, la Unión de Libertades Civiles de América (ACLU) pidió este miércoles una moratoria inmediata de las ejecuciones en Oklahoma y exigió una completa y abierta investigación de la ejecución de Lockett.
Tras los hechos de este martes, la gobernadora de Oklahoma, Mary Fallin, pospuso por 14 días la ejecución de Charles Frederick Warner, que estaba originalmente programada para realizarse también la noche del martes, después de la de Lockett.
Le he pedido al Departamento de Correcciones del estado el realizar una revisión completa de los procedimientos de ejecución de Oklahoma para determinar qué pasó y por qué durante la ejecución de Clayton Derrell Lockett, dijo Fallin.
La Casa Blanca reaccionó también a la fallida ejecución, al indicar que esta no cumplió con el estándar de que una sentencia de pena de muerte debe ser aplicada con humanidad.
El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que el presidente Barack Obama considera que la pena de muerte hace poco para disuadir la delincuencia, pero que algunos crímenes son tan atroces que las ejecuciones son merecidas.
Lockett había sido declarado culpable y sentenciado a la pena de muerte por disparar a una mujer de 19 años de edad, y ver a dos cómplices enterrarla con vida en 1999.
La fallida ejecución podría alimentar el debate sobre el nuevo coctel de tres fármacos usados en Oklahoma y otras entidades para las ejecuciones y la capacidad de las entidades para administrar inyecciones letales que cumplan con los requerimientos de la Constitución de que el castigo no sea cruel ni inusual.