Los funcionarios de salud en Estados Unidos han comenzado a pronosticar el fin del tabaquismo en el país. Desde hace tiempo habían deseado un país sin fumadores, pero se abstuvieron de pronosticar la desaparición total o casi total de esa práctica en un año determinado. El poder de las tabacaleras y la popularidad de sus productos hicieron que ese objetivo fuera un sueño.
Sin embargo, una confluencia de cambios impulsó recientemente a los líderes de la salud pública a mencionar la palabra “fin” y la frase “una generación sin tabaquismo“. Hablan ahora de la menguante población adulta de fumadores, que disminuirá un 10% en la próxima década y al 5% o menos en 2050.
El director de Salud Pública en funciones Boris Lushniak difundió el mes pasado un informe de 980 páginas que pide el aumento de medidas para controlar el tabaquismo. Su conferencia de prensa fue un alarde contra el consumo de tabaco y Lushniak proclamando casi a gritos “ya basta”.
“No puedo aceptar que solo nos estemos limitando a disminuir esas cifras”, dijo recientemente en una entrevista con The Associated Press. “Creemos que disponemos de los medios de salud pública para llegar al nivel cero”.
No es la primera vez que un funcionario federal de salud se pronuncia de forma tan contundente.
En 1964, el director de Salud Pública C. Everett Koop pidió una “sociedad libre de tabaquismo” para el 2000. Sin embargo, Koop atrevido orador en muchos temas no ofreció detalles específicos sobre cómo lograr ese objetivo.
“Lo que es diferente hoy es que contamos con políticas y programas que han demostrado disminuir el tabaquismo”, dijo Matthew Myers, presidente de la Campaign for Tobacco-Free Kids (Campaña para un Infancia sin Tabaquismo). “No podíamos decirlo en 1984”.
Entre los cambios ocurridos:
Los impuestos a los cigarrillos han aumentado en todo el país, lo que ha encarecido el consumo del tabaco. Aunque los precios varían de estado a estado, un paquete de cigarrillos que se habría vendido por 1,75 dólares hace 20 años costaría hoy más del triple.
Las leyes que prohíben fumar en restaurantes, bares y lugares de trabajo han surgido en todo el país. Desde hace tiempo no se puede fumar en los aviones.
Los sondeos de opinión indican que fumar cigarrillos ya no es considerado un comportamiento normal y que ahora es menos popular entre los adolescentes que la marihuana.
Las autoridades federales vigilan cada vez más la publicidad del consumo de tabaco. La Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) lanzó una nueva campaña contra el tabaquismo juvenil la semana pasada. Al mismo tiempo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) lanzó una tercera campaña publicitaria de 60 millones de dólares contra el tabaco, con imágenes desgarradoras de una mujer a punto de morir.
Las empresas tabacaleras, otrora consideradas inmunes a los ataques legales, han sufrido enormes derrotas en los tribunales. Quizá la mayor fue el acuerdo de 1998 en un caso incoado por más de 40 estados exigiendo compensación por el costo de atender dolencias relacionadas con el tabaquismo. Las tabacaleras acordaron pagar unos 200.000 millones de dólares y reducir el mercadeo del tabaco a los jóvenes.
Además, la venta al por menor de cigarrillos está cambiando. CVS Caremark, la segunda cadena de farmacias más grande de Estados Unidos, anunció la semana pasada que dejará de vender productos de tabaco en más de 7.000 comercios. La empresa dijo que adoptó la decisión para centrarse más en los productos de salud, aunque los líderes médicos y de salud pública pronosticaron que esas medidas aumentarán en firmas como Walgreen Co. y Wal-Mart Stores Inc.
“Creo que, en unos pocos años, las farmacias que venden cigarrillos parecerán anacrónicas”, al igual que ocurre hoy con los viejos anuncios de cigarrillos respaldados por médicos”, dijo el director de los CDC, el doctor Tom Frieden.