La enorme ley de gastos incluye 1.582 páginas de detalles sobre el pacto bipartidista aprobado en diciembre y que fijó el gasto general del gobierno federal para los próximos dos años. Con esa decisión tomada y los legisladores ansiosos por usar el año electoral para demostrar que son capaces de operar el gobierno, fueron pocas las sorpresas sobre el destino del presupuesto de gastos.
Para reforzar eso manifestaron su deseo de evitar la alternativa potencial, una repetición del cierre parcial del gobierno a mediados del año pasado, algo que indignó a los electores. “Hay un deseo de mostrar a la gente que podemos hacer nuestro trabajo”, dijo el representante Mike Simpson, republicano por Idaho. Se espera que la Cámara, controlada por los republicanos, apruebe la medida el miércoles, y que el Senado, controlado por los demócratas, siga el ejemplo para finales de semana.
El proyecto de ley evita recortes automáticos por 20.000 millones de dólares adicionales al presupuesto del Pentágono (además de los 34.000 millones impuestos el año pasado) y también reducciones a muchos programas nacionales. Las reducciones son resultado de una ley de 2011 después que el presidente Barack Obama y el Congreso de Estados Unidos no consiguieron un acuerdo de presupuesto.
Gracias a su envergadura y detalle, la medida ha caído mal a muchos liberales y conservadores. Grupos conservadores como el Club for Growth y Heritage Action exhortaron a los legisladores a oponerse, pero la Casa Blanca presionó por su aprobación.
“Satisfacemos imperiosas necesidades humanas. Ciertamente protegimos la seguridad nacional”, dijo Barbara Mikulski, demócrata por Maryland, presidenta de la Comisión de Asignaciones del Senado y la autora principal del proyecto junto con su colega en la Cámara, el representante Hal Rogers, republicano por Kentucky. “También cumplimos el mandato del pueblo estadounidense de que trabajemos juntos”, agregó Mikulski.