Por Lucía Tadeo Sánchez
Naucalpan, Mex. 6 Dic (Notimex).- El antropólogo Rodolfo Montes Castro dijo que en México se conocen cinco categorías que engloban a las llamadas tribus o identidades urbanas, entre las que se encuentran los rastafaris, grafiteros, punks, skates y emos, entre otros.
En entrevista telefónica con Notimex, el también profesor de la Universidad del Valle de México (UVM), campus Lomas Verdes, señaló que el rango de edades para que los jóvenes se identifiquen con ciertos grupos es aproximadamente de los 16 a 30 años.
Subrayó que no es correcto llamarles tribus urbanas porque este concepto no pertenece a las ciencias sociales y tribu parte de la terminología del parentesco, se refiere a sociedades estudiadas en el siglo XVIII, denominadas de esta forma por su estructura familiar en función del parentesco.
Mencionó que a estos grupos hay que nombrarlos como grupos de identidad urbana, grupos de edad o sectores de edad.
Montes Castro detalló que el primero de estos cinco grupos son los autónomos, no están integrados a la sociedad, por ejemplo serían los colectivos que no están contra la autoridad como los grafiteros, skates, o los que se organizan en colonias populares para hacerle culto a santos como la Santa Muerte, San Judas, o Jesús Malverde.
En segundo término, dijo, tenemos a los grupos altamente sin autoridad (anti-autoridad) con una ideología determinada, que digamos son activistas y forman un núcleo popular con un asentamiento concreto, una ideología y simbología, como por ejemplo los pertenecientes al EZNL.
Un tercer grupo, indicó, son los que están ligados al consumo y a la socialización, que retoman algunas actitudes de los grupos populares y las convierte en mercancía, creando un mercado de actitudes que ha surgido espontáneamente o libremente en las colonias, por ejemplo punks, metaleros, underground y oscuros, entre otros.
El antropólogo añadió que éstos últimamente consumen objetos ligados a cuestiones mortuorias o depresivas, por ejemplo los vampiros, góticos y darks.
Por otra parte, señaló a los skatos, rastafaris, así como a los que forman parte de una barra o porra de equipos de futbol.
Otro más, abundó, serían los que están en contra de regímenes de conducta, pero que no están en contra del poder político, sino que se organizan en función de actividades que están mal en la sociedad y que tratan de resolver, como los defensores de los animales, movimientos de género, los chavos ecologistas, consumidores naturistas o veganos.
El último grupo en el que se identifica a los jóvenes es el que está ligado al consumo de la cultura de masas, y aseguró que éste no es tan popular porque lo retoman jóvenes de las clases medias, que se organizan por el tipo de consumo sin protestar en contra de alguien concreto.
Ejemplificó aquí a los que se reúnen en función de los comics, o de las sagas de cine, o los que intercambian parejas (swingers); otros se organizan en eventos que se dan en otros países dentro de las zonas urbanas como las marchas de los zombis, o los que se tatúan o se mutilan con fines estéticos.
Asimismo, se reconocen grupos supremacistas como los neonazis, skinheads (cabezas rapadas), que se reflejan en el norte del país como Mexicali o Tijuana por la cercanía con Estados Unidos, así como los choppers que se desplazan en caravanas de motos.
En cuanto a los emos, dijo que son un grupo muy aparte ligado a su propia edad, ya que son adolescentes que han retomado algunas características de grupos ya establecidos, pero muchos de ellos no definen bien sus rasgos secundarios porque son despreciados por otros jóvenes.
Son un grupo como de transición hacia los grupos más identificados como los obscuros o los metaleros, o rastafaris. Es una visión que se tiene de estos chavos, aunque la sociedad sí los acepta más que a otros como por ejemplo a los que inhalan solventes, dijo.
Montes Castro recordó que el origen de estos grupos es rastreado por la antropología desde los siglos XVI y XVII, cuando los países colonialistas conocieron otros lugares, pueblos y empiezan a colocar sus modos de relacionarse con los jóvenes.
Hay un concepto que se denomina clases de edad y se refiere a grupos de jóvenes que después de algunos rituales pasan a la madurez, estudios han determinado grupos de edad que se refieren a jóvenes digamos hombres y mujeres que para pasar a la adultez tienen que sufrir algunos rituales, dijo.
El maestro de la UVM añadió que esta es una es una etapa donde los jóvenes se organizan como en grupos de pre-adultos o de juveniles que tienen en objetivo de prepararse para aspirar a tener una pareja en las comunidades estables en los centros urbanos.
En el caso de México se tiene identificado que éstos surgieron en los años 60 como las pandillas de jóvenes callejeros llamados los cadeneros, o de motociclistas que se reunían en la ciudad de México para tener un territorio, los más famosos son los de Guerrero, o los Caifanes, dijo.
Posteriormente, comentó que después de los movimientos estudiantiles surgieron más congregaciones de jóvenes, un ejemplo son los que ahora conocemos como los grafiteros; más adelante se conformaron otros como los rockeros y los fresas.
Para formar estos grupos de identidad tenemos básicamente tres condiciones: un territorio, un lugar base donde establecerse; una jerarquía, para tener cierta autoridad; y que están ligados por formas simbólicas propias que los diferencia de otros grupos, se reconocen con su semejante, apuntó.
Refirió que en cada agrupación tiene sus propias características pero en algunas de ellas se utiliza cierto vocabulario, cabello, música y vestimenta, que hace que se reconozcan o se vean como un semejante con otros.
Indicó que algunos grupos retoman ciertas características de otros, copiamos lo que nos sirve para utilizarlo en las necesidades que tenemos, cuando llegan ciertas culturas extranjeras, después de la copia se crean formas híbridas de la cultura, formas entre lo extranjero y lo propio.
El investigador concluyó que los diversos grupos de identidad siempre estarán presentes en la sociedad debido a que es parte inherente de nuestra formación social pertenecer a algún grupo y cultura.