Empeoran las condiciones de prisión del opositor Leopoldo López

El dirigente opositor Leopoldo López cumple su primer año de reclusión en la cárcel militar de Ramo Verde. Su celda es fría y húmeda, mide dos metros de ancho por dos de largo y permite visualizar el exterior a través de una pequeña rendija a la altura de los ojos.

La detención del líder opositor ha desatado numerosas reacciones de organismos internacionales, grupos humanitarios y de los gobiernos de Estados Unidos y Colombia que han abogado por su liberación por considerarlo un preso político.  El presidente Nicolás Maduro ha dicho que el arresto de López, al que llama el “monstruo de Ramo Verde”, es una acción apegada a la justicia por considerarlo responsable de la muerte de 43 personas y las lesiones de 878 ocurridas en las protestas del año pasado.

Su detención fue tal vez el momento más cinematográfico de la oposición: el líder fue filmado y fotografiado mientras le daba un beso de despedida a su mujer antes de ser arrestado en medio de una multitud de seguidores. En abril del año pasado, la Fiscalía General de los delitos de incendio, instigación pública, daños a la propiedad pública y asociación para delinquir.

Las protestas decayeron meses después de que López fuera llevado a la cárcel pero la ironía, para muchos, es que las cosas en Venezuela han empeorado desde entonces por severos problemas de desabastecimiento y una recesión que amenaza con agudizarse por la caída de los precios del petróleo; principal fuente de ingresos del país suramericano.

El dirigente opositor, de 43 años, pasó casi doce meses recluido en una celda con unas dimensiones de más del doble de la que tiene actualmente. Sin embargo, la madrugada del 13 de febrero fue trasladado en castigo a otro calabozo más pequeño del segundo piso del anexo B del penal.

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