“No vamos a permitir que Donald Trump entierre a la Estatua de la Libertad”, dijo el senador demócrata Chris Van Hollen, de Maryland, ante una multitud que atestó una iglesia afroestadounidense en el centro de Washington, una de decenas de protestas a lo largo y ancho de la nación.
En Chicago, más de 1.000 personas llenaron una sala de un sindicato docente en respaldo a los derechos de los inmigrantes y se comprometieron a defender esos derechos ante lo que temen sea un gobierno hostil de Trump.
Ron Taylor, pastor de la Iglesia de los Discípulos de Cristo en el área de Chicago y director ejecutivo del Congreso Unido de Organizaciones Comunitarias y Religiosas, dijo al público reunido en ese lugar: “Sin importar lo que suceda en los próximos días sabemos que el bien vencerá al mal y les queremos decir a todos y a cada uno de ustedes que no están solos”.
En Los Ángeles, varios cientos de personas se reunieron en un centro cultural mexicano-estadounidense en el centro de la ciudad. Algunos portaban pancartas con leyendas de “Aquí para quedarnos” y corearon “¡Sí se puede!” en español.
Las protestas marcan el capítulo más reciente en un movimiento que ha evolucionado desde 2006, cuando más de un millón de personas salieron a las calles para manifestarse en contra de una propuesta migratoria republicana que hubiera convertido en delito permanecer sin permiso en el país.
Los eventos del sábado en Washington, Chicago, Los Ángeles, San José, California y otras ciudades ocurrieron mientras miles de personas marchaban en un acto denominado “No nos moverán” en Washington, previo a la celebración el próximo lunes del Día de Martin Luther King Jr.
La fila para ingresar a la Iglesia Metropolitana AME en Washington se extendía casi una cuadra. Entre los asistentes había inmigrantes sin permiso para permanecer en el país, acompañados de familiares y seguidores. También se presentaron funcionarios electos, autoridades religiosas y representantes de grupos laborales y en pro de la mujer.
Los participantes llevaban letreros con leyendas como “Resistan al odio de Trump y “Tú, yo, todos somos Estados Unidos”.
“Estoy aquí porque no tengo nada de qué disculparme. No me avergüenza mi estatus porque es un recordatorio constante de que tengo algo por qué pelear”, dijo Max Kim, de 19 años, quien llegó a Estados Unidos procedente de Corea del Sur cuando tenía 6 años y no tiene permiso legal para permanecer en el país.
Los manifestantes en Washington exhortaron a Trump y al Congreso de control republicano que mantengan vigente el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, que tiene el objetivo de ayudar a gente en la misma situación que Kim.
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Los periodistas de The Associated Press Don Babwin en Chicago y Robert Jablon en Los Ángeles contribuyeron a este despacho.