Los simulacros tienen lugar una semana después de que Corea del Norte anunciara que probó su misil balístico intercontinental más avanzado, capaz de llegar a Estados Unidos, como parte de un programa de armas que ha estado desafiando las sanciones y condenas de la comunidad internacional.
El ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, dijo que era “lamentable” que la partes implicadas no hubieran “aprovechado la oportunidad” reflejada en dos meses de calma relativa antes de la prueba más reciente de Corea del Norte.
China y Rusia habían propuesto que Estados Unidos y Corea del Sur detuvieran los ejercicios militares a cambio de que Corea del Norte frenara su programa de armas. Pekín llama formalmente a esta idea como la propuesta de “doble suspensión”.
El simulacro anual entre los Estados Unidos y Corea del Sur, llamado Vigilant Ace, estará en marcha hasta el viernes, con seis cazas F-22 Raptor Stealth que serán desplegados entre los más de 230 aviones involucrados en el ejercicio.
El domingo, el Comité de Corea del Norte para la Reunificación Pacífica llamó “loco” al presidente estadounidense, Donald Trump, y dijo que los ejercicios “llevarían la situación ya crítica en la Península Coreana al borde de una guerra nuclear”.
Cazas F-35 también se unirán a los simulacros, que incluirán el mayor número de combatientes de quinta generación que hayan participado, de acuerdo con un portavoz de las Fuerzas Aéreas estadounidenses con base en Corea del Sur.
Alrededor de 12.000 miembros de las tropas estadounidenses, incluidos los de la Marina y la Armada, se unirán a efectivos de Corea del Sur. Las aeronaves que participen partirán de instalaciones militares de Estados Unidos y Corea del Sur.
Trump dijo la semana pasada que se impondrían sanciones adicionales a Corea del Norte tras la prueba de misiles balísticos intercontinentales de Pyongyang.