Donald Trump ha fracasado en el intento para que dentro de los próximos presupuestos federales incluyan fondos para la construcción del muro fronterizo con México. Trump está dispuesto a dejar esa negociación a un lado, programándola hasta el próximo verano. El Congreso y la Casa Blanca, los cuales se encuentran enfrentados con puntos de vista diferentes sobre la construcción del muro, tienen hasta la medianoche del viernes para decidir próximos presupuestos.
El muro fronterizo con México significaría una inversión de 20.000 millones de dólares, lo cual no termina de convencer a partidarios del Partido Republicano al igual que el demócrata.
Este lunes, tan solo unas horas después de que el Congreso diera por iniciadas las últimas horas de negociaciones y basado en la falta de expectativas, el mandatario estadounidense declaró ante los medios de comunicación que estaría dispuesto a posponerlo hasta septiembre. Este hecho se suma al fracaso que tuvo en el desmantelamiento el sistema de salud Obamacare para después reemplazarlo por el suyo, promesas que había hecho en campaña y estaban presupuestadas a cumplirse dentro de sus primeros 100 días de gobierno.
Tras retirar la financiación del muro de los presupuestos, lo que busca el mandatario es el reducir el rechazo que se ha generado sobre la construcción del mismo y así poder evitar el primer aniversario de su gobierno coincida con el cierre del gobierno federal. Son tres las fuerzas que participan en la negociación: Casa Blanca, quien busca sacar adelante los primeros presupuestos del presidente; los republicanos que buscan demostrar al presidente que pueden avanzar sus propuestas legislativas, y los demócratas, cuyo voto es necesario para poder ser aprobadas las legislaciones, aunque han negado su apoyo a condiciones imprescindibles para el presidente.
En caso de no llegar a una acuerdo, el Gobierno Federal cerraría, provocando una crisis similar a la presentada en octubre del 2013 la cual paralizó actividades en Washington durante 17 días. En ese momento el cierre fue consecuencia del enfrentamiento entre el presidente Obama y la oposición republicana del Congreso.
El cierre significaría recortar servicios públicos y pedir a miles de funcionarios que dejen de acudir al trabajo hasta que se acuerde un nuevo presupuesto que permita cubrir sus salarios.