Después de esperar más de tres horas debido a la lluvia, el serbio Djokovic se impuso el domingo por 6-4, 5-7, 6-4, 6-4 para atrapar su décimo título de Grand Slam.
Con sus 34 años, a Federer quizás se le escapó su última oportunidad para alcanzar su 18vo cetro en una de las grandes citas. Lleva esperando por ese título desde su triunfo en Wimbledon de 2012.
Favorito sentimental de la grada en el estadio Arthur Ashe, al astro suizo le falló el pulso cuando generó una catarata de oportunidades de quiebre. Capitalizó apenas cuatro de 23 puntos para rompimiento frente al serbio de 28 años, incluyendo seis en el cuarto parcial, cuando acarició la posibilidad de nivelar para seguir de pie.
Federer mandó larga una devolución en la tercera bola quiebre del décimo game y Djokovic procedió a resolver su primer match point, cuando el suizo depositó un forehand demasiado lejos sobre la línea de fondo, el desenlace de un choque de 3 horas y 20 minutos.
“Siempre es una presión enfrentar al mejor jugador de la historia”, dijo Djovokic en la entrevista a pie de cancha. “Siempre me obliga a sacar mi mejor nivel y necesité hacer eso para ganar este trofeo”.
Pese al desencanto, Federer afirmó que disfruta competir: “Amo este deporte… nos vemos el próximo año”.
Los problemas de Federer para descifrar el saque del serbio fueron su cruz. Tampoco brilló con su segundo saque, al terminar con efectividad de 46%.
Fue lo que ocurrió en el tercer set, clave en el devenir definitivo del encuentro. Empatados 4-4, Djokovic logró romper el servicio de su rival y seguido sentenció la manga cuando Federer no pudo aprovechar dos bolas de quiebre.
“Muchas oportunidades desperdiciadas…. he perdido por los errores que cometí”, dijo Federer, superado apenas por 147-145 en puntos en el partido. “Tengo que mejorar, así de simple”.
Djokovic coronó una temporada fenomenal en los grandes: campeón en pistas rápidas de Australia, el césped de Wimbledon y ahora el cemento azulado de Flushing Meadows.
“Una temporada increíble”, dijo Djokovic sobre su récord de 27-1 en los Slams a lo largo de 2015.
Su título en Nueva York se suma al que ganó previamente en 2011, dejando en 2-4 su marca en finales aquí.
Federer desembarcó en la final sin haber cedido un solo set, pero comenzó fuera de foco y cedió el primero. Frente a un rival dueño de una excepcional devolución, Federer tuvo una pobre efectividad de 53% con su primer saque en la manga inicial.
Djokovic se llevó un susto tremendo en ese set, cuando se resbaló con el pie derecho al tratar de cambiar de dirección para llegarle a una volea. Se dio fuerte contra la pista, sufriendo raspones en el antebrazo y rodilla. Djokovic siguió jugando, pese a que la sangre fluía en su brazo, en un game que perdió.
Una vez que recibió tratamiento en el cambio de lado, Djokovic reanudó la faena y no tardó en recuperar la iniciativa.
Djokovic también tuvo que lidiar con un público en contra, a menudo soportando aplausos cuando cometía una falta con su saque, algo que raya contra las reglas de etiqueta en el tenis.
Hasta el cansancio, la jueza de silla Eva Asderaki-Moore tuvo que pedir silencio a la tribuna. La griega fue la primera mujer en dirigir una final masculina del US Open.
El estilo de ataque frontal de Federer se vio minado por una noche fresca, con condiciones que le restaron vértigo al juego.
Pero Federer no bajó los brazos en el segundo set uno que incluyó un décimo game que con 20 puntos y siete deuces tomó casi 15 minutos de lucha y quebró el servicio del serbio tras haber fallado en las tres primeras oportunidades.
Djokovic, al final de cuentas, mostró su aplomo, saliendo airoso en 10 de los 12 puntos que exigieron más de 10 golpes, y empató 21-21 el historial entre ambos.