El Papa advirtió hoy que el alimento es sagrado, un derecho para todos los seres humanos del cual nadie puede estar excluido, e instó a abandonar la especulación financiera con los productos de la tierra.
En un discurso que pronunció ante los 450 participantes en la 39 Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), reconoció que el combate al hambre podría ser un tema impopular en tiempos de crisis económica.
En la Sala Clementina del Palacio Apostólico, no se puede desertar de los problemas más graves y es necesario responder al imperativo de que el acceso al alimento necesario es un derecho para todos. E insistió: Los derechos no permiten exclusiones.
Reveló que, en materia de alimentación, le preocupa no sólo el cambio climático que afecta a las producciones sino también la especulación financiera que repercute en los precios del trigo, el arroz, el maíz y la soja.
¿Cuánto incide el mercado con sus reglas sobre el hambre del mundo?. Precios tan volátiles impiden a los más pobres hacer planes o contar con una nutrición mínima, refirió.
Señaló que los precios de los alimentos muchas veces están vinculados a fondos de renta y cuanto mayores son los precios, más gana el fondo.
Tratemos de seguir otro camino (al de la especulación), convenciéndonos de que los productos de la tierra tienen un valor que podemos decir sacro, ya que son el fruto del trabajo cotidiano de personas, familias, comunidades de agricultores, apuntó.
Jorge Mario Bergoglio también se mostró preocupado por el desperdicio, que corresponde a un tercio de los alimentos producidos y que calificó como esencial reducir. Además pidió ver el uso no alimentario de productos agrícolas, mientras todavía prevalece el hambre.
Consideró difícil aceptar la actitud de resignación genérica, desinterés y hasta la ausencia de tantos, incluso los Estados en el combate al hambre.
A veces se tiene la sensación de que el hambre es un tema impopular, un problema insoluble, que no encuentra soluciones dentro de un mandato legislativo o presidencial y, por tanto, no garantiza consensos, precisó.
Criticó la falta de voluntad para asumir compromisos en este tema, escudándose tras la cuestión de la crisis económica mundial y la idea de que en todos los países hay hambre.
Así se olvida que, si en un país la pobreza es un problema social al que pueden darse soluciones, en otros contextos es un problema estructural y no bastan sólo las políticas sociales para afrontarla, afirmó.
Esta actitud puede cambiar si reponemos en el corazón de las relaciones internacionales la solidaridad, trasponiéndola del vocabulario a las opciones de la política: la política del otro, continuó.
También defendió el derecho al agua, exigió eliminar cualquier derroche y promover un consumo sostenible y estigmatizó el acaparamiento de las tierras de cultivo por parte de empresas transnacionales y Estados.