“Llevo conmigo unas MAC-10, un rifle de asalto SK y cuatro pistolas y estoy caminando por Nueva York”, dijo Michael Bassier en una llamada telefónica interceptada en marzo, según las autoridades.
La conversación — una de las pruebas de una investigación encubierta de un año sobre una trama de tráfico de armas — demuestra la persistente amenaza que suponen las armas que se compran en estados con leyes de control más laxas para ser vendidas luego a delincuentes en Nueva York y empleadas en balaceras, apuntaron las autoridades en una conferencia de prensa para anunciar las detenciones.
Bassier, de 31 años, es uno de los ocho reputados miembros de la trama que enfrentan cargos de conspiración, entre otros. Está detenido sin fianza después de la lectura de cargos el martes. Su abogado no respondió de inmediato el miércoles a un mensaje.
La desarticulación de la trama sigue a una serie de investigaciones similares durante los últimos años, incluyendo una contra armas ilegales que llegaban desde el sur en autos particulares y aerolíneas comerciales. Aunque la ciudad de Nueva York tiene leyes estrictas de control de armas, estos casos muestran la necesidad de una legislación federal para abordar el problema a nivel nacional, dijo el fiscal del distrito de Brooklyn, Kenneth Thompson.
“Así que teníamos armas de fuego en un coche, armas de fuego en un avión y armas de juego en un bus”, dijo Thompson. “¿Cuántas vías distintas tenemos que seguir para intentar detener esas armas antes de que nos despertemos como país y nos demos cuenta de que tenemos que frenar el derramamiento de sangre?”.
Un agente encubierto del departamento de policía de Nueva York que empleó el alias de “Zoey” se infiltró en la trama el año pasado y convenció a Bassier para convertirse en su cliente en exclusive, apuntaron las autoridades. Durante el trascurso de la investigación, el sospechoso hizo 12 viajes en autocares con sede en Chinatown hasta Atlanta y seis trayectos en coche a Pittsburgh para comprar pistolas semiautomáticas y armas de asalto.
Bassier reclutó a compradores de paja a los que pagaba entre 150 y 300 dólares por arma adquirida en tiendas y casas de empeño o páginas web en sus estados natales, y luego las revendía por entre 800 y 1.200 dólares, dijeron las autoridades. En total, proporcionó 112 armas al policía de incógnito en transacciones que solían realizarse en un aparcamiento de una tienda Walgreens en Brooklyn, agregaron.
Las conversaciones intervenidas muestran que Bassier sabía exactamente lo que estaba haciendo, dijeron los fiscales.
“Las vendo de gorma legal e ilegal”, contó a su ex. “Cuando estoy fuera del estado, como en Atlanta y Georgia y todo eso, todo es legal (…) Pero en Nueva York, es completamente ilegal”.