En Pennsylvania, Nuevo México, Colorado, Tennessee y otros estados, las balas han vuelvo a atormentar los pasillos escolares, matando a estudiantes o maestros en algunos casos. La palaba “”Lockdown” (Cierre de emergencia) ya es parte del vocabulario académico.
Según el análisis de The Associated Press, ha habido al menos 11 balaceras en escuelas sólo en este año académico, que se suman a otros casos de violencia relacionada con armas en estacionamientos y otras partes de los campus, cuando no había clases.
Por ejemplo, en agosto, un arma se descargó en la mochila de un niño de cinco años de edad mientras los estudiantes esperaban que abriera la cafetería en la escuela primaria Westside en Memphis. Nadie resultó herido.
Los expertos dicen que la tasa de tiroteos escolares no ha cambiado en las estadísticas desde mediados a fines de la década de 1990, sin embargo sigue siendo algo preocupante.
Ronald Stephens, director ejecutivo del Centro Nacional de Seguridad Escolar, dijo que ha habido unas 500 muertes violentas relacionadas con balaceras en escuelas en los últimos 20 años.
Los números no incluyen una serie de recientes tiroteos en universidades. Apenas la semana pasada un hombre resultó herido de gravedad en la Universidad Estatal de Florida en Palm Bay, de acuerdo con la policía.
Encontrar culpables, lo sean o no, es la parte fácil: Falta de formación de parte de los padres, fácil acceso a las armas, menos valor por la vida, videojuegos violentos y un sistema de salud mental fallido.
Bill Bond, quien en 1997 era director de la primaria Heath en West Paducah cuando un joven de 14 años mató a disparos a tres alumnas e hirió a cinco, ve pocas diferencias en las balaceras de hoy. Lo único constante es que los atacantes son varones desesperanzados.
“Uno ve a jóvenes con problemas que están desesperados, agobiados, que no ven esperanzas”, dijo Bond.
Un 90% de los distritos escolares han incrementado la seguridad desde el tiroteo en Newtown, Connecticut, calcula Randi Weingarten, presidenta de la American Federation of Teachers (Federación Estadounidense de Maestros).
Muchas escuelas cuentan ahora con planes complejos de seguridad, más detectores de metal, cámaras de vigilancia y vallas. Otras piden credenciales de identificación y tienen códigos de vestimenta. E igual que con los simulacros de incendio, algunas escuelas practican cierres de emergencia en salones.