Es en la ciudad de Sabha, al cual se encuentra situada al sur de Libia, existe un lugar que es conocido como el gueto de Ali, ahí es la ubicación en la cual se desarrolla la ilegal práctica en contra de jóvenes africanos.
El gueto de Ali, se describe como un probable centro de detención por algunas personas que han estado en esa locación, siendo antes de la guerra que culminó con la caída de Muamar el Gadafi, Sabha era conocido como un oasis migratorio de la ruta africana central hacia Europa.
Eran muchos los subsaharianos quienes eran retenidos en el lugar y expulsados del país. Sabha, era conocido como un destino más que interesante para los turistas aventureros.
Hoy se describe como un edificio gastado, lleno de ratas y polvo, con varias celdas y patio interior.
Son cientos de jóvenes subsaharianos los que se agrupan en esos pequeños espacios sin luz ni ventilación.
Abou Bacar, un de tantos jóvenes que trata de cruzar esas tierras con al esperanza de encontrar una mejor vida en Europa, cuenta el cómo son varios los jóvenes los que terminan sucumbiendo ante los libios que se encuentran esperando el paso de estos mismos, quienes cuestionan si es que los inmigrantes pagaron su pasaje o no para acceder a esa zona.
Tras esta interrogante por parte de los militares, los cuales apresan a los viajantes que son encontrados por los mismos.
Un vaso de agua y una barra de pan era lo que le daban cada uno de los días en los dos meses que Bacar se encontró encerrado dentro del gueto.
En testimonios de Bacar ha mencionado al menos eran 300 personas, todos hombres los que se encontraban ahí. A los que iban falleciendo los sacaban del lugar para después quemar los cuerpos.
“Cada día llegaban hombres árabes, a veces con guardaespaldas, y entonces nos sacaban al patio. Allí nos teníamos que sentar en fila, cada uno entre las piernas del que tenía detrás. Formábamos como un tren en el suelo” relataba Abou, “el hombre árabe paseaba entre nosotros y elegía a algunos. Elegía a los fuertes, a los que no pareciese que se iban a morir en dos días. Los elegía como cuando eliges mangos en el mercado de fruta. Después pagaba a la gente del gueto y se los llevaba. Cada día llegaban hombres árabes a comprarnos” finaliza Bacar.
Son diferentes las cifras que se ofrecen por las personas ahí vendidas, las cuales son traficadas entre países africanos, siendo Libia, uno de los más cercanos a Europa en donde se presentan este tipo de casos.