La presidenta Michelle Bachelet anunció el jueves el inicio en septiembre de un proceso constituyente para reemplazar la Constitución legada por el dictador Augusto Pinochet.
“Necesitamos una nueva Constitución, la demanda ciudadana es clave y mi compromiso es firme”, dijo Bachelet.
En momentos en que la mandataria leía su mensaje al país desde el congreso, en el vecino puerto de Valparaíso, en el exterior varios miles de trabajadores y estudiantes protestaban por una mayor participación en las reformas que los atañen, mientras pequeños grupos de encapuchados levantaron barricadas incendiarias que fueron apagadas por los carros lanza aguas de la policía antimotines.
Este año los ánimos están más caldeados que otros por el asesinato hace una semana de dos universitarios baleados, a pocas cuadras del Congreso, por un joven en medio de un todavía confuso incidente en el marco de una gran marcha estudiantil.
En su discurso Bachelet también recalcó la necesidad de terminar con la corrupción política y empresarial traducida en el financiamiento ilegal de políticos, especialmente de la oposición derechista.
La crisis de credibilidad y desconfianza que afecta hace meses a Chile también salpicó a la mandataria cuando en febrero se reveló una especulación inmobiliaria protagonizada por su hijo y su nuera, investigados judicialmente por tráfico de influencias y uso de información privilegiada.