Chile está condenado a convivir con terremotos de diversas magnitudes debido a sus características geológicas, afirmó la experta en análisis de sismos de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), Paulina González.
En entrevista con Notimex, expuso que el terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter que sacudió la zona norte del país el 1 de abril y dejó seis muertos y daños en viviendas y en la infraestructura vial, es sólo uno más y no el más destructivo de una historia sísmica del país.
Los terremotos son una constante del territorio, ubicado en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, y donde convergen las Placas de Nazca y la placa continental americana, las que al frotarse provocan movimientos telúricos de diversa magnitud y de manera cotidiana, dijo.
El problema es que no existe una metodología que pueda predecir terremotos con mayor precisión, lamentó la especialista en Ingeniera Civil con magíster en Ingeniería Sísmica.
Cuando se habla de que el movimiento sísmico del martes 1 de abril, no fue el gran terremoto que se esperaba es porque el sismo de 1877, que afectó esa zona fue de una magnitud mucho mayor que éste, de entre 8.5 y 9.0 grados Richter, aclaró.
Explicó que el terremoto del martes pasado tuvo una zona de falla de 200 kilómetros de longitud, de norte a sur y se estima que el de 1877 tuvo una zona de falla de unos 600 kilómetros y la diferencia fue el gran tsunami que afectó la zona en esa época.
Así la incertidumbre surge en la población tanto de la tensión vivida por la situación presente, como por la comparación con lo sucedido en el pasado, dijo.
González acotó que los testimonios históricos que algunas personas mantienen en la memoria hablan de que Arica terminó en el suelo y hubo grandes destrucciones y víctimas, pero no se cuenta con mediciones técnica.
El conocimiento mayor sobre los fenómenos telúricos indica que habrá replicas por largo tiempo, aunque se irán espaciando en el tiempo, señaló la experta.
La incertidumbre es que pueda ocurrir otro, pero tampoco se sabe cuándo pueda ocurrir, de similares características o mayores, advirtió.
El temor en la población es explicable, aunque la ingeniería y la normativa sísmica chilena ha dado muestra de ser muy buenas, ya que las edificaciones con normativa antisísmica no ha tenido mayor problema, indicó.
El otro tema que provoca inquietud es un eventual tsunami que amenaza las localidades costeras del país, donde hay concentraciones urbanas, hoteles, centros administrativos, escuelas, y hasta hospitales, en zonas de riesgo, inundables, a pocos metros del mar, apuntó.
La especialista de la USACH citó como ejemplo que con motivo del terremoto del pasado 1 de abril fueron evacuadas unas 900 mil personas a lo largo del borde costero chileno.
La sismología es una disciplina que tiene poca información respecto de los años a escala geológica, por lo que no hay antecedentes suficientes para el análisis, un prontuario del comportamiento sísmico del territorio, señaló.
Por lo mismo no es fácil hacer un pronóstico realista sobre lo que va a suceder, permitiendo versiones contradictorias, entre ellas las que anuncian un eventual megaterremoto en el futuro próximo, o las que solo habrán réplicas, explicó González.
Algunas de esas réplicas pueden ser similares o cercanas a la magnitud 8.2 del terremoto del pasado 1 de abril, o menores, entre cinco y seis grados en la escalada de Richter, indicó.
Recordó que tan sólo en las 12 horas siguientes al terremoto, se registraron unas 70 réplicas.
Lo que caracteriza la situación es la incertidumbre, pero también la certeza de que los chilenos están condenados a convivir para siempre con los terremotos y sus consecuencias, reiteró la especialista.