No hay duda de que este proceso ha sido prolongado, en parte por el juego político que hemos visto desde muy temprano, dijo el vocero presidencial Jay Carney al insistir en la necesidad de que este continué su curso normal, sin injerencias externas.
La semana pasada el Departamento de Estado divulgó el estudio de impacto ambiental del propuesto oleoducto, que transportaría crudo pesado desde la provincia de Alberta en Canadá hasta refinerías en Galveston, Texas.
Dicho estudio es uno de los requerimientos que el proyecto requiere para obtener la autorización presidencial, aunque Carney insistió que el proceso está en manos del Departamento de Estado dado su carácter transnacional.
Lo que puedo decir es que la mejor manera de acelerar la conclusión es permitir que el proceso -que ha durado muchas administraciones de ambos partidos- tome su curso y no haya interferencias de ninguna manera, apuntó Carney.
Adicional al estudio, una iniciativa para autorizar de manera automática el gasoducto fue aprobada ya en la Cámara de Representantes y se encuentra detenido en el Senado, donde los republicanos han buscado empujar su discusión en el pleno.
Carney evitó anticipar la postura del gobierno en la eventualidad de que la iniciativa sea adoptada por el Congreso, insistiendo en la necesidad de que el proceso se vea exento de injerencias de corte político.
A la vez desestimó la noción de que la conclusión sobre el impacto ambiental signifique una garantía de que el proyecto será finalmente autorizado.
Vamos a dejar que el proceso corra su curso y creo que es importante hacer notar que, como lo dije el viernes, este es un paso en el camino, no significa la conclusión del proceso, apuntó.