“He aceptado que esta es la realidad”, expresó Miyah, de 36 años, del distrito isleño de Bhola, donde el río Meghna desemboca en la Bahía de Bengal. “Mi casa siempre será algo temporal ahora, como mi presencia en la Tierra”.
Al menos 19,3 millones de personas tuvieron que dejar sus viviendas en todo el mundo el año pasado debido a desastres naturales, el 90% de ellos vinculados con el clima, según el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos de Ginebra.
La mayoría de ellos permanecen en sus países, incluidos millones de personas que perdieron sus casas en las islas Bangladesh. A medida que aumenta la cantidad de personas desplazadas, muchas se sentirán empujadas a buscar fortuna fuera de sus países. Y podrían terminar en un limbo legal en tierras extrañas, sin derechos ni ayuda segura.
Un estudio de noviembre indica que entre 470 y 760 millones de personas podrían perder sus viviendas por la crecida del mar este siglo si no se controla el calentamiento mundial. El informe, de la organización sin fines de lucro Climate Central, analizó información sobre la población mundial y las proyecciones de crecidas del mar.
Países como Bangladesh y las Filipinas podrían perder grandes pedazos de tierra. E islas como las Marshall o las Maldivas podrían incluso desaparecer bajo el agua.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos considera que el cambio climático representa “una creciente amenaza a nuestra seguridad nacional, contribuye a un incremento en los desastres naturales, a generar más desastres naturales, a aumentar el flujo de refugiados y provoca conflictos en torno a recursos básicos como alimentos y agua”, según dice en un informe de este año.
Sin embargo, el cambio climático no produce refugiados, un término que se aplica a personas obligadas a dejar sus países por guerras, persecución y otras formas de violencia. Alguien que emigra escapándole a desastres ambientales no puede solicitar el status de refugiado, no es protegido por el Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas y puede ser devuelto a su país de origen.
Es posible que el tema no sea abordado en la cumbre climática de dos semanas que transcurre en París, que tiene por objetivo elaborar un tratado para limitar el calentamiento global y hacer frente a sus efectos.
“Esto es un desastre que se está gestando a paso acelerado”, sostuvo Harjeet Singh, de la agrupación Action Aid International. “El mundo no habla lo suficiente de la migración climática que se viene”.
Carlon Zedkaia duda que su hija de 11 años pueda permanecer en su casa de las Islas Marshall, un conjunto de atolones de corales cerca del Ecuador en el Pacífico, que fue inundado este año por una marea muy alta.
“No sé si tiene un futuro aquí”, señaló. “Si los humanos hacemos alto sobre el cambio climático, entonces sí, tal vez tenga un futuro aquí. De lo contrario, podría tener que irse a otro sitio”.
Nueva Zelanda deportó a un hombre de Kiribati, una isla del sur del Pacífico, luego de que su Corte Suprema rechazase su pedido de asilo como refugiado climático. Fue el primer caso de su tipo.
Muchas personas de países vulnerables temen que se los reciba con la misma hostilidad con que se recibe a los refugiados sirios en algunos países.
“Lo que está pasando en Europa con estos refugiados no será nada comparado con lo que pasará cuando el cambio climático se haga sentir con más fuerza”, afirmó el presidente de las Islas Marshall Christopher Loeak en declaraciones a la Associated Press en la capital de su país, Majuro.
Hay quienes dicen que las naciones ricas deben asumir sus responsabilidades.
“Se debe revisar el protocolo para refugiados de las Naciones Unidas y los países desarrollados tienen que asumir sus responsabilidades por los migrantes que le escapan al cambio climático, porque son los responsables de las emisiones” que alimentan ese fenómeno, expresó Rezaul Karim Chowdhury, director de una organización de Bangladesh llamada COAST, que trata de ayudar a los afectados por el cambio del clima.
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Bangladesh es considerada una de las naciones más vulnerables al cambio climático. Los científicos pronostican que el mar crecerá un metro (tres pies) en el próximo siglo. Una crecida de solo 65 centímetros (26 pies) acabaría con el 40% de las tierras productivas, de acuerdo con el Banco Mundial.
El país, no obstante, no tiene planes específicos para hacer frente a esta situación, con excepción de ofrecer refugio temporal a los afectados.
En la isla de Kutubdia, el agua ya está rompiendo unos diques de barro y llegando a los pueblos.
A veces no tenemos agua potable y debemos usar agua salada”, señaló Bebula Begum, un residente de 67 años. “Estamos rodeados por agua salada”.
Para un país como Bangladesh, con una de las densidades poblacionales más grandes del mundo (unas mil personas por metro cuadrado, o 2.500 por milla cuadrada), perder tanta tierra sería desastroso y aumentarían los incentivos para que su gente emigre a la India.
En Nueva Delhi, no obstante, no hay planes para lidiar con los desplazados internos y mucho menos con los de otros países.
“Hay que hacer algo ya. Ya estamos viendo que la gente se va”, dijo Mariam Traore Chazalnoel, experta en cambio climático de la Organización Internacional para las Migraciones de Ginebra. Las naciones industrializadas, indicó, “están empezando a darse cuenta de que ellas también tienen mucho en juego”.
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En este despacho colaboraron Nick Perry (desde Majuro, Islas Marshall), Jamey Keaten (Ginebra), Karl Ritter (París) y Shahria Sharmin (Dhaka, Bangladesh).
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Katy Daigle está en: http://twitter.com/katydaigle