Ante la masiva protesta a nivel nacional que se llevó a cabo el domingo en 74 ciudades de Brasil, la presidenta Dilma Rousseff prometió el lunes que en cuestión de “días” tomará acciones en contra de la corrupción.
Cifras policiales dijeron que 1.8 millones de personas salieron a las calles de todo el país, en un total de 19 estados, en la mayor manifestación contra el gobierno de Rousseff desde las protestas de junio de 2013.
Sao Paulo, un firme bastión opositor a la presidenta Rousseff y del Partido de los Trabajadores (PT), que hace sólo cinco meses garantizó la reelección presidencial, fue la urbe brasileña más activa con un millón de personas que rechazó la gestión de Rousseff.
Ante la intensa presión de los manifestantes, el gobierno brasileño reaccionó con el anuncio de que adoptará una serie de medidas anticorrupción en algunos días. El ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, dijo en una rueda de prensa en el Palacio del Planalto sede de la presidencia- que el gobierno tomaría nota de las manifestaciones y abrirá un diálogo.
Pese a vencer en las elecciones de noviembre de 2014, la popularidad de Rousseff se encuentra en niveles mínimos -23 por ciento de aprobación en febrero- debido a la desaceleración económica, los escándalos de corrupción en Petrobras y el aumento inflacionario.