En un intento de evitar la mirada de los paparazzi, Refaeli y su prometido, Adi Ezra, pidieron a la Autoridad israelí de Aviación Civil que cerrase el espacio aéreo sobre el lugar de la celebración. Alegando motivos de seguridad y la posible congestión del espacio aéreo, el organismo aceptó.
Eso provocó una indignada respuesta del ministro israelí de Transportes, Israel Katz, que afirmó que “el cielo pertenece a todo el público y no puede concederse exclusividad a personas conocidas por motivos comerciales”.
Después de que circulasen las noticias sobre la restricción de vuelos, Katz envió una dura nota al director de la agencia de avión civil, advirtiendo que “si los cielos sobre la boda de Bar Refaeli no están abiertos, usted será destituido de su puesto”.