Mientras el primer ministro iraquí pidió el lunes a los residentes y tribus de Faluya que “expulsen” a los combatientes de Al Qaeda para evitar una batalla generalizada, Joe Biden expresó el apoyo del gobierno estadounidense a la lucha de Irak contra la rama local de Al Qaeda.
Biden dijo que estaba preocupado por quienes sufren por los actos de terrorismo. Elogió la cooperación reciente entre fuerzas militares y tribales de Irak en Anbar, en la frontera con Siria, donde los combatientes de al-Qaida son de los más dispuestos a tratar de derrocar al presidente Bashar Assad. “El primer ministro Maliki afirmó la importancia de trabajar en estrecha colaboración con los líderes y las comunidades suníes de Irak para aislar a los extremistas”, dijo la Casa Blanca en un comunicado.
Con Estados Unidos preocupado por la naturaleza sectaria de la violencia creciente, Biden también habló con el presidente del parlamento iraquí, Osama al-Nujaifi, un líder suní y crítico frecuente del gobierno chií de al-Maliki. Ambos analizaron formas de mantener la cooperación entre las comunidades suníes y el gobierno liderado por los chiíes. Al-Nujaifi dijo que está comprometido con la lucha contra el terrorismo, dijo la Casa Blanca.
Para Joe Biden, las llamadas telefónicas reflejan la desagradable realidad de que dos años después de que las fuerzas estadounidenses se marcharon del país, la violencia ligada al extremismo religioso en Irak se ha incrementado. A finales del año pasado, al-Maliki viajó a La Casa Blanca. En la Oficina Oval, solicitó armas y ayuda de inteligencia para combatir a los insurgentes, pero se fue sin ningún nuevo anuncio de parte del presidente Barack Obama.