Tras el sorpresivo anuncio de su dimisión, el 11 de febrero de 2013, Joseph Ratzinger se mantuvo en su puesto durante 17 días más, cuando se cerró el gran portón de madera de la residencia vaticana de Castel Gandolfo e inició el periodo de sede vacante. Jamás se arrepintió de haber renunciado, también por esto vive totalmente en paz consigo mismo y con el señor. Nunca se arrepintió de llamarse Papa emérito, porque ese nombre refleja la realidad, precisó el secretario Georg Gaenswein.
El también prefecto de la Casa Pontificia, donde trabajaba junto al Papa Francisco, destacó que existe identidad de visiones y amistad de corazón entre ambos pontífices, no obstante se haga referencia a una cierta contraposición entre los dos.
Lamentó que colocar a uno contra el otro sea el juego preferido de algunos periodistas e insistió que, tras conocer bien a los dos, no los ve como opuestos sino, más bien, como complementarios. Existe una óptima relación entre ambos, se llaman por teléfono, se escriben, se ven, comen juntos. Muchas veces el Papa Francisco ha sido huésped para comer en el monasterio. Una vez, tras la Navidad, el Papa emérito estuvo en Santa Marta, dijo en una entrevista difundida por el diario italiano Avvenire.
Es obvio que el estilo, los gestos y también la modalidad de gobierno del Papa Francisco son diversos de los del Papa Benedicto XVI. Pero no se puede crear una oposición solamente sobre esto. Hacer las cosas en modo distinto no significa hacerlas en modo opuesto, añadió. Empero reconoció como objetivo y no ofensivo el hecho que ambos tienen miradas distintas en materia litúrgica.
Aún así afirmó que Joseph Ratzinger no llama a nadie para dar consejos e indicaciones porque ya se ha retirado y no es más parte del gobierno de la Iglesia. Esto no se dijo una vez y después se olvidó; vale y valdrá también para el futuro, añadió.
Reveló además que en el monasterio ubicado dentro de los Jardines Vaticanos, Benedicto XVI vive con las cuatro mujeres consagradas de la asociación Memores Domini que ya lo auxiliaban desde que era Papa: Carmela, Loredana, Cristina y Rosella.
Durante el día el pontífice emérito reza, lee libros y periódicos, se dedica a su correspondencia privada y recibe huéspedes. Un ritmo humano, no de cuartel prusiano, aclaró Gaenswein.
Además señaló que escucha música clásica, cada tanto toca el piano, especialmente después de la cena. Mira en televisión el noticiario de la noche, sigue la política internacional e italiana y la situación de la Iglesia, día por día. No se pueden prever nuevos libros con su firma. Ni autobiográficos, ni teológicos, estableció.