Las autoridades dijeron que 129 casos en 13 estados fueron registrados para mediados de abril, la mayor parte en California y Nueva York. La mayor parte fueron ocasionados por viajeros que se contagiaron en el extranjero y lo propagaron en Estados Unidos entre personas no vacunadas. Muchos de esos viajeros estuvieron en Filipinas, donde una reciente epidemia de sarampión causó por lo menos 20.000 casos.
Las estadísticas en Estados Unidos siguen siendo relativamente bajas, pero las autoridades están preocupadas por el creciente número de casos.
Desde el 2000, la enfermedad, altamente contagiosa, había sido considerada eliminada en Estados Unidos, aparte de ocasionales y reducidos brotes causados por personas que viajaban al extranjero. Durante la mayor parte de la pasada década, el país detectó solo unos 60 casos por año. Pero desde 2010, el promedio se disparó a 160.
“Este aumento de los casos podría ser, desgraciadamente, la “nueva normalidad”, dijo el doctor William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Vanderbilt, en Nashville.
Al problema han contribuido el éxito de décadas de vacunación contra el sarampión hasta el punto que muchos médicos nunca han visto un caso, no se dan cuenta lo contagioso que puede ser y quizá no adopten las normas necesarias para evitar su propagación.
Entre los 58 casos detectados en California, por lo menos 11 fueron infectados en consultorios médicos, hospitales y otras instalaciones de sanidad, según un informe difundido el jueves por los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). Los funcionarios de la municipalidad de Nueva York dijeron que dos de sus 26 casos fueron infecciones contraídas en instalaciones médicas.
“En una conmoción para los médicos jóvenes que sus propias salas de espera sean los lugares en los que puede ser infectada la gente”, dijo la doctora de los CDCs Anne Schuchat.
Igualmente el jueves una revista médica (Anales de Medicina Interna) difundió un consejo advirtiendo a los médicos que eviten ese tipo de situación. “Debemos asegurar que nuestras instalaciones no sean centros para las transmisiones secundarias del sarampión”, escribió la doctora Julia Shaklee Sammons, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Infantil, en Filadelfia.