En los Estados Unidos la compra de armas ha estado bajando, pero en Chicago pasa exactamente lo contrario: la demanda de armas sigue incrementándose, algo que los vendedores de armas a la elección del presidente Donald Trump.
Cambios en las leyes estatales y la ola de violencia en Chicago han desatado la demanda de armas legales en el área.
A nivel nacional, las verificaciones de antecedentes federales crecieron a un ritmo récord durante la administración Obama, pasando de unos 13 millones en 2008 a 27 millones el año pasado, según cifras del FBI.
En Illinois, el año pasado se realizaron cerca de 1.9 millones de chequeos de antecedentes, un gran incremento respecto al 1.2 millones en 2015; pero después de las elecciones ese número se redujo un 16 por ciento en los primeros cuatro meses de este año.
Ese estado se convirtió en el último de la Unión Americana en permitir licencias de portación de armas ocultas, en 2013, el número total de licencias ha aumentado de aproximadamente 91,000 en 2014, a 220,000 el año pasado.
En Chicago, después de que las cortes declararon inconstitucional la prohibición de venta de armas de fuego, y con el aumento de la violencia armada, el número de solicitudes de permisos de portación oculta de armas se duplicó, de aproximadamente 19,600 en 2014 a casi 39,000 el año pasado, de acuerdo con la Policía estatal, y está proyectado que se supere este año.
Desde el año pasado más de 22,000 de esas solicitudes habían sido confirmadas y los permisos emitidos a los residentes de Chicago, y ese ritmo también parece estar acelerándose.
“La gente está preocupada por protegerse en el área de Chicago”, comentó Richard Pearson, director ejecutivo de la Illinois State Rifle Association. “La gente comenzó a ver el valor de una licencia para la portación oculta”.
Los vendedores de armas han llamado al expresidente Obama su mejor promoción, porque las ventas fueron impulsadas por la expectativa de regulaciones gubernamentales inminentes, que reducirían el acceso a las armas.
Los tiroteos masivos en los años recientes, como la masacre de niños en una primaria en Connecticut en 2012, provocaron llamados para un mayor control de armas, pero también generaron un pico en las ventas, por temores de seguridad y preocupación por tales restricciones.