Bogotá, 6 Ene (Notimex).- La crisis política, económica y social de Venezuela se mantendrá y profundizará durante 2017, advirtió el editorial del influente diario El Tiempo, en el que aseguró que el vecino país, comienza el año como terminó el 2016.
(…) Se perfila una nueva etapa de confrontación entre el gobierno del presidente Nicolás Maduro y la oposición, marcada por el choque institucional de trenes, la crisis económica, la inflación, el desabastecimiento y las escasas posibilidades de éxito de un diálogo que agoniza entre la desconfianza e incumplimiento de compromisos, señaló el rotativo.
El gobierno de Maduro ya mostró su arsenal. Cambió al vicepresidente Aristóbulo Istúriz por Tareck El Aissami, autodeclarado radical chavista, como para poner a la oposición a repensar la conveniencia de seguir adelante con la idea de revocar a Maduro.
El editorial destacó que por los plazos que se vencen el próximo 10 de enero ya es imposible, en caso de ganar un revocatorio, organizar nuevas presidenciales, la oposición tendría que aceptar como nuevo mandatario a El Aissami.
El nuevo vicepresidente es un joven líder (42 años) que se ha caracterizado por llevar al extremo el ideario de su mentor, Hugo Chávez, que lo tuvo varios años como ministro del Interior.
Algunos opositores – apuntó – pensarán que es mejor dejar a Maduro en el poder ante la posibilidad de que ascienda una figura de las credenciales marxistas de El Aissami, a quien varias denuncias lo vinculan con oscuros episodios de narcotráfico y corrupción.
Por el lado de la oposición, los primeros gestos los envió el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, quien reemplazó a Henry Ramos Allup, al perfilar la hoja de ruta que seguirá la Mesa de Unidad Democrática (MUD) para enfrentar lo que llamó dictadura.
Anunció que el presidente será declarado en abandono del cargo por, según él, no cumplir sus deberes y llevar al país a una de las peores crisis.
(…) La tesis del chavismo es que la Asamblea está en desacato hace meses por decisión del Tribunal Supremo, lo cual inhabilitaría todas las decisiones que de allí emanen, incluyendo la designación de la nueva directiva. Y ni hablar del diálogo, mediado por el Vaticano y la Unasur y que tiene una reunión el 13 de enero, pero para la cual no hay ambiente, destacó el rotativo.
Es claro que para la oposición fue un error estratégico y una decisión que los desconectó de sus bases en un momento de efervescencia que difícilmente se repetirá, y frente al chavismo más debilitado de los últimos años. Nada cambia en 2017 para un país que más que desactivar las crisis parece hundirse aún más en ellas.