Nicolás Maduro por un lado llama a entablar un diálogo de paz y por el otro califica a sus adversarios de golpistas, conspiradores y traidores a la patria, precisó al respecto el secretario general nacional del partido Alianza Bravo Pueblo (ABP), en diálogo con Notimex.
Heredia resaltó que el presidente Maduro quiere quedar bien con Dios y con el diablo, pues frente a sus partidarios, quizás para no continuar perdiendo popularidad, demuestra en cada intervención suya, no estar dispuesto a ceder ante los reclamos de la oposición.
Evidentemente que el jefe de Estado no ha sido sincero en cuanto a la necesidad de buscar acuerdos con la alternativa democrática para la solución de los grandes y graves problemas nacionales, por lo que estos encuentros han resultado estériles, añadió.
Afirmó sin embargo que el gobierno tiene grandes dificultades para enfrentar los problemas del país por sí solo, situación que lo obliga a concertar y a cambiar su modelo económico, porque si no, llegará el momento en que su propio partido lo hará renunciar.
Y la razón es muy sencilla, la revolución así como el amor no duran con hambre, y sus seguidores terminarán rechazándolo cuando, como producto de su incompetencia, se acentúe aún más la falta de alimentos y de todo lo necesario para la subsistencia humana, destacó
Heredia recordó que la experiencia, en casos de incompetencia, se han presentado en la América Latina con situaciones de disolución del poder, como el caso del presidente Arturo Ilia, en la Argentina, a quien la brigada policial sacó de la Casa Rosada.
También en los años 1980 los gobiernos militares más sólidos se derrumbaron, uno por uno, y fueron ellos quienes llamaron a los civiles, casi de rodillas, para que se encargaran de manejar aquellas terribles crisis.
Tras reiterar que el país se cae a pedazos y Nicolás Maduro, como jefe de gobierno, es el principal responsable de toda esta crisis de ingobernabilidad, inflación, inseguridad, escasez, desabastecimiento y crisis hospitalaria, sentenció que no hay más nadie a quien culpar, dijo.
Calificó como acto de hipocresía y deslealtad para con el país sus reuniones con los opositores, transmitidas en cadenas de televisión, con el fin de aparecer ante la opinión internacional como un facilitador de la paz, cuando en realidad es todo lo contrario.