Por Edelmiro Franco. Corresponsal
Bogotá, 27 Sep (Notimex).- El acuerdo sobre justicia transicional entre el gobierno colombiano y las guerrillas de las FARC convirtieron las negociaciones de paz en La Habana como irreversibles y se empieza el conteo regresivo para poner fin a más de cinco décadas de guerra.
Las negociaciones entre el gobierno del presidente colombiano Juan Manuel Santos y las FARC, se iniciaron en noviembre del 2012, y en tres años las partes han logrado importantes acuerdos parciales, que llevan a consolidar el pacto final para poner fin a la confrontación armada de más de 50 años.
Estos tres primeros años de diálogos con la insurgencia de las FARC, han girado entre la incertidumbre, la desconfianza de la mayoría de los colombianos con la vocación política del grupo político para llegar hasta el final, que es el pacto de paz, con la dejación de armas.
Tres años que han convertido las negociaciones de paz en bandera política en procesos electorales, como las elecciones presidenciales del 2014, o el actual debate político para elegir candidatos a las diferentes corporaciones públicas el próximo 25 de octubre.
Estas negociaciones en el escenario interno han polarizado a la sociedad colombiana, con líderes de extrema derecha, que le siguen apostando a la derrota militar de la guerrilla, lo que no se ha logrado en más de 50 años.
En el escenario de los que se la juegan por un acuerdo político con la guerrilla más antigua y activa de Colombia, América Latina y del mundo, la encabeza el presidente Juan Manuel Santos, con sus partidos de gobierno, sectores de centro derecha e izquierda con sus deferentes matices y centenares de organizaciones sociales a lo largo y ancho del país.
El gobierno de Santos y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), trabajaron en máxima reserva, antes de iniciar las negociaciones en noviembre del 2012, en Cuba, una agenda que marcaba la ruta de los diálogos para lograr el acuerdo para el fin de la guerra.
Política de desarrollo agrario integral, Participación política, Fin del conflicto, Solución al problema de las drogas ilícitas, Víctimas, Implementación, refrendación y verificación, fueron los componentes de la agenda Gobierno-FARC.
Entre noviembre del 2012 y septiembre del 2015, las partes han alcanzado acuerdos en tres de los seis puntos de la agenda: Política de desarrollo agrario, Participación política y Solución al problema de las drogas ilícitas.
Adicionalmente se logró un acuerdo sobre la Comisión de la Verdad, que hace parte del Sistema de Justicia Transicional que se está discutiendo en el punto de Víctimas. También se alcanzó un acuerdo en materia de desminado.
Los acuerdos son pasos concretos con miras a consolidar el pacto para poner fin al conflicto y crear las bases de una paz consistente en el tiempo, pero el punto en la agenda que le da carácter de no retorno y de irreversible a las negociaciones es el de justicia transicional.
Este tema es tal vez el más difícil y el más complejo de definir. Así ha sido en todos los procesos de paz del mundo, admitió el presidente Santos, al refrendar el acuerdo en La Habana, junto al jefe máximo de FARC, Timoleón Jiménez (Timochenko).
En este acuerdo -según Santos- se determinó crear una Jurisdicción Especial para la Paz que respete los principios de justicia, institucionalidad, el derecho nacional e internacional, para que la paz sea sostenible.
La Jurisdicción Especial se crea en el marco de la Constitución de Colombia de 1991, y la misma busca, ante todo, la satisfacción de los derechos de las víctimas en particular el derecho a la justicia, pero también sus derechos a la verdad, a la reparación y a la no repetición.
El hecho que este acuerdo, lo firmen ante el mundo en vivo y en directo el jefe de Estado, el máximo líder de las FARC, y lo cierren de forma simbólica con un apretón de manos, junto al presidente de Cuba, Raúl Castro, marcó la ruta final del acuerdo de paz.
Un apretón de manos que es hiper-simbólico, porque demostró que el Estado en la representación de su presidente, Santos y la insurgencia con su líder máximo, Timochenko, se comprometieron ante los 48 millones de colombianos y la comunidad internacional que la paz será un hecho en el primer semestre del 2016.
Es la palabra de un jefe de Estado, que entendió que es preferible tragarse algunos sapos por la paz, que seguir vomitando balas en esta guerra que solo ha dejado un reguero de muertos, sangre, desaparecidos, exiliados y desplazados por doquier.
Es la palabra de un líder insurgente, que comprendió que el máximo objetivo estratégico de las FARC, de tomarse el poder por la vía de las armas para aplicar su modelo político-ideológico, no fue posible en 50 años y prefiere entrar al escenario de lucha política por el poder, pero sin armas.
Este realismo pragmático, los acuerdos parciales y el apretón de manos de Santos y Timochenko, es lo que le da carácter de irreversible a las negociaciones de La Habana.