Existen esos momentos amargos y tristes en los que solemos sentir pesar cuando fracasamos. Creemos que es el fin del mundo y, para nosotros, ya nada tiene sentido y nuestros días se hacen difíciles de sobrellevar. Sin embargo, en ningún caso es el fin de tu vida.
- Mudarte a otro lugar lejos de quienes ya conoces. Cuando te cambias a un lugar en el que no conoces a nadie es claro que te sientas un poco perdido, pero eso no significa que todo se haya acabado y que jamás podrás conocer a las personas.
- Fracasar en el proyecto que tanto deseabas. Cuando no puedes cumplir aquello que prometiste o cuando fallaste en algo que querías lograr sientes que todo se acaba, pero no es así.
- Ser despedido del trabajo. Todos nos hemos quedado sin empleo alguna vez, pero no significa que jamás volveremos a trabajar.
- Terminar una relación amorosa. Una ruptura amorosa es una forma de saber si esa persona es la indicada o no y qué esperas de alguien.
- Romper el lazo con tu mejor amigo. Algunas amistades simplemente no son lo que esperamos y es necesario alejarse para aprender y protegerse.
- Hacer lo que no te gusta. No es el fin del mundo y tampoco te quedarás eternamente ahí. Ten fuerza y exprésate. Di que no te gusta y sal de ahí.
- Rodearte de personas negativas. No se acabarán tus días por estar cerca de personas que no te agradan.
- Quedarte sin dinero. Cuando te quedas sin dinero sientes que no podrás hacer nada más. El dinero viene y se va.
- Que tus amigos olviden tu cumpleaños. Todos nos sentimos un poco dolidos cuando nuestro cumpleaños no es recordado, y es claro, estamos acostumbrados a celebrar.
- Sentirte poco apreciado por tu familia. La solución es reforzar los lazos familiares.