En segundos reconoces si alguien te caerá bien, la ciencia lo confirma
El click sí existe. Seguro te habrás dado cuenta casi de inmediato que en ocasiones hay química
Un estudio realizado por la Universidad Estatal de California, se dedicó a analizar las amistades que surgen súbitamente como una química interpersonal. La ciencia lo explica.
Esta “conexión emocional” es resultado de alteraciones en nuestros neurotransmisores. Esto provoca que tengamos una impresión rápida de quien tenemos enfrente.
Aquella que llamamos “buena espina” es una cuestión meramente psicológica. Son segundos los que nos toma sentir si la otra persona encaja con nosotros o no.
La amígdala es una zona del cerebro que está muy implicada en la respuesta emocional. Amistad, disgusto y empatía surgen de inmediato.
De acuerdo al Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”, son suficientes 8 segundos para determinar si una persona nos caerá bien.
Esto se debe a que en solo 300 milisegundos, la imagen del individuo queda grabada en nuestro lóbulo frontal, el cual durante ocho segundos analiza los rasgos que de acuerdo a nuestra memoria, neuronas espejo y conocimiento determinan si es agradable o no.
Las risas, el tono de voz y hasta la memoria entran en acción al momento de definir si una persona es simpática o no. La risa es el primer contacto para integrarnos a una sociedad. Según el tono de voz, las mujeres hacen una interpretación más acertada, pero más caótica.
Hay otro factor que determina por qué nos cae bien una persona o no: la proteína Complejo Mayor de Histocompatibilidad. Esta es la encargada de interpretar la compatibilidad genética.
Cuando nos enamoramos, la alteración de los neurotransmisores, provocan que tengamos una impresión muy rápida sobre la persona.
Y antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra.
Ante la visión del ser amado no solo se activan algunas zonas del cerebro, como el córtex anterior cingulado, que también responde al estímulo de drogas sintéticas produciendo sensaciones de euforia. La ciencia lo hace de nuevo.