Riesgos de tener un amante

 

Por qué los hombres casados buscan amantes

La infidelidad es de esos temas que dan para llenar capítulos enteros y que siempre suscitan interés. Amor, desamor, y el que todos seamos víctimas potenciales son ingredientes irresistibles y el denominador común de estas historias.

Sin embargo, como todo sueño la posibilidad de convertirse en pesadilla está a un pequeño giro de los acontecimientos. Por ejemplo, que de pronto dos sean mejor que tres y que el tercero no comparta tu visión. Así es como los amantes pasan de ser amorosos, a peligrosos.
Por increíble que parezca, ellos también se sienten burlados. Y cuando lo hacen no son pocos los que no se tientan el corazón para causar el mayor daño posible.

Lo peor es que ese daño no siempre va sobre quienes lo provocaron, sino sobre los seres queridos. Es entonces que hijos y esposas o esposos siempre llevan la peor parte. ¿Cuál es el lado obscuro de los amantes?

Vengativos. La venganza es siempre la primera reacción. Lo primero que un amante hace después de un rompimiento, es contar a todos los conocidos de la pareja de su pareja, lo que sucedió entre ellos.

Violentos. Los crímenes pasionales son protagonizados siempre por despecho, a veces imaginado y otras con fundamento. Las personas que se creen traicionadas son los autores en casi todos los casos, y en casi todos los abandonados son los protagonistas.

Chantajistas. Las amenazas con involucrar a la familia, las autoridades o en ocasiones hasta sus superiores en sus lugares de trabajo son las típicas reacciones cuando de intentar persuadir se trata.

Manipuladores. Aceptan mantenerse en lo obscurito, pero sólo hasta que cuentan con los elementos suficientes para comenzar a ejercer presión y salirse con la suya sin importar a quién perjudiquen en el camino.

Nadie puede ser infiel, y pretender que su esposo o esposa no se entere. Un hombre sabio dijo hace muchos años: “Sin pecado, no hay tragedia”. Las aventuras —como todas las aventuras— son emocionantes, pero también son muy peligrosas. La próxima vez que pienses que un triángulo es mejor que una línea recta, piensa en los peligros ocultos en cada ángulo, y en que la infidelidad es una trampa de la que nadie, absolutamente nadie, sale bien librado.

 

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