En algún momento todas hemos padecido a las compañeras de oficina que lejos de abonar a un ambiente fraternal para hacer menos pesado el horario laboral, se empeñan en hacer la vida de cuadritos a todos a su alrededor. Llega tarde, te obliga a apoyarla en sus deberes y es la reina del chisme.
Al convivir con ellas, las demás personas comienzan sufrir los estragos de su toxicidad. No detenemos el daño que nos hacen al quedarnos calladas por no confrontarlas, nos interesa más conservar el empleo y aguantamos el mal trago.
Además, comenzamos a dudar de nosotras mismas al cuestionarnos si realmente somos débiles o demasiado sensibles. Aquí algunos consejos para que no te conviertas en su víctima favorita:
Procura no estar sola cuando deban hablar algo importante. Puede argumentar que “se olvidó” de lo que decidieron o responsabilizarte solo a ti si algo falla.
Defiéndete con hechos y documentos. Mantente alerta en las reuniones si llega a acusarte de algo que no se hizo o se hizo mal, argumenta con evidencias. Además de comentarlo, siempre guarda copias con copia oculta entre ustedes guarda todo documento impreso.
¡La unión hace la fuerza! Seguramente no eres la única víctima de la arpía de la oficina, así que cierra filas con tus otros colegas. Lo que ella pretende es separarlos para dominarlos. Si se alían, serán más fuertes para hacerle frente.
Protege tu privacidad. Limita tus conversaciones a lo laboral, entre más información sobre tu vida personal tenga, le darás argumentos de tortura para utilizarlos cuando ella quiera.
Mantén la calma. Respira y conserva la cordura. Dicen que el que se enoja pierde.
Si de plano la situación ya se salió de control y está afectando tu tranquilidad, será necesario hablar con el jefe inmediato para poner límites.