Hay una gran diferencia entre llevarte bien con tu jefe, compartir una que otra comida, y considerarlo tu mejor amigo. Recuerda que en muchos momentos tendrán que tomar decisión importantes respecto al trabajo y a veces la amista no cabe. Por donde lo veas, es tu superior y hay ciertos detalles de tu vida privada que no deberías compartirle:
- Lo que haces en tus tiempos libres. Nada mejor que la discreción laboral, así te evitarás que intenten disponer de tu tiempo en el futuro. ¡Aguas! Si dices que te aburres los sábados por la tarde, encontrarás algún jefe “vivo” que vea cómo solucionar tu pequeño problema.
- Tus quejas laborales. Por Dios, cuida lo publicas en redes sociales, sobre todo, en un ataque de ira. No te dejes llevar por el enojo del momento ni uses tu cuenta de Facebook para hablar mal de tu trabajo, tus compañeros de trabajo o de tu propio jefe. De preferencia no agregues a tu jefe como “amigo” o mantenlo “con acceso restringido”.
- Tus planes en un futuro trabajo. Algunos clientes son especialmente celosos y quizá usen tu información para reemplazarte antes de lo planeado.
A pesar de estos pequeños detalles, todos los jefes son diferentes y puede ser que en algún momento te conviertas en la mejor amiga de tu superior, se vale pero con precaución. Lo que no te recomendamos ni por error es mantener una relación de pareja con tu jefe, casi siempre termina mal. En una de esas te quedas sin novio y sin “chamba”.
Recuerda que tanto tú como tu jefe son humanos y pueden cometer errores en términos profesionales, ahora bien, la combinación entre el ámbito personal y profesional es, por supuesto, mucho más complicada. Pon límites, respeta a tu jefe y exígele respeto. En estos casos lo mejor es tener sentido común y saber qué sí puedes contarle y qué no a tus superiores, pues cada uno es diferente.