Murió de cáncer hace más de seis décadas, con 30 años. Además, sus células siguieron vivas y se convirtieron en la herramienta biológica que ayudó a desarrollar terapias para combatir la polio, el cáncer o el sida. Oprah Winfrey le hace ahora justicia en La vida inmortal de Henrietta Lacks.
Hoy 22 de abril será estrenada en E.U. “The Immortal Life of Henrietta Lacks”,”La vida inmortal de Henrietta Lacks”, la nueva película producida por HBO Films, que contará este caso real y que pone en tela de juicio la ética médica. La famosa presentadora de televisión Oprah Winfrey, volverá a la pantalla grande encarnando a Deborah Lacks, hija de Henrietta. El lanzamiento en Latinoamérica será el 29 de mayo.
La historia se remonta a 1951, en el hospital John Hopkins en Baltimore. En esa misma ciudad comenzó también la carrera de Oprah. Henrietta Lacks, fue una mujer humilde, que no llegó a saber que sus células serían material de estudio, y sus familiares tampoco habían firmado un consentimiento para eso. La historia se hizo pública recién en 2010, con el best-seller “La vida inmortal de Henrietta Lacks”, escrito por la periodista Rebecca Skloot.
El avance de la biomedicina gracias a las células HeLa también implicaron multimillonarios ingresos, pero los parientes de Lacks han renunciado a una retribución monetaria.
La historia de la ciencia se aparca y la trama se centra en el periplo de una mujer negra que trata de conocer quién fue su madre. “Nadie tiene células que revolucionan la medicina moderna”, señala Wolfe, “pero todos queremos saber quién nos creó”. Débora, añade Oprah, “necesitaba saber de dónde venía para definir su identidad”. Rebecca Skloot, interpretada por Rose Byrne, fue su salvia. La película cuenta la persistencia de la periodista por ganarse su confianza. Para eso tuvo que demostrar que no era otra persona blanca que trata de aprovecharse. Oprah cuenta que la familia quería mantener la historia enterrada, “bien porque el recuerdo era doloroso o porque simplemente no era tan importante.”
El gran reto para Wolfe fue concentrar en 90 minutos una historia tan compleja y emotiva, que mezcla los logros de la científica con cuestiones raciales, religiosas, culturales y éticas. Podría haber ido en cualquier dirección. La solución, explica, fue hacer una película en la que el público aprende con Débora conforme va descubriendo cosas sobre su madre y la ciencia. Y no solo sobre la ciencia, también sobre la cuestión racial. “Somos humanos”, apunta, “si no hubiera sido otra forma de discriminación”. Y aprovecha para clamar victoria. “Sí, aquí estamos la negra Oprah y el negro George contando la historia de una mujer negra que nadie sabía quién era y cuya película va a estar en HBO”, concluye, “eso para mí es un gran progreso”.