El pasado 9 de mayo, la actriz Gabourey Sidibe, quien protagonizara la película de “Precious” fue víctima de racismo en una tienda de la firma Channel.
Ella fue quien dio a conocer el incidente por redes sociales y narró como sucedieron los hechos, donde según ella sufrió un trato discriminatorio por parte de la dependienta, ésta le aseguró que no tenían las gafas que ella buscaba y que mejor as buscara en otra tienda de descuentos.
Las gafas estaban expuestas en la vitrina de la tienda y perfectamente a la vista del público por lo que ella lo tomó como un acto discriminatorio.
Al no quedarse callada y exponer la situación la casa de moda dirigida por Karl Lagerfeld se ha disculpado con Sidibe y le ha prometido investigar el asunto.
“Chanel quiere hacer llegar su más sincero arrepentimiento por el servicio al cliente que la señorita Sidibe ha mencionado en su artículo. Sentimos mucho que no se sintiese bienvenida y resultase ofendida. Nos tomamos sus palabras muy en serio e investigaremos de manera inmediata lo ocurrido, porque ese comportamiento no se corresponde con los altos estándares con los que Chanel quiere atender a sus clientes. Nos comprometemos a ofrecer a cualquiera que entre en nuestras tiendas el mejor servicio posible, y esperamos que en el futuro la señorita Sidibe vuelva a una de nuestras boutiques para experimentar la verdadera atención al cliente de Chanel”, se puede leer en el comunicado emitido por la marca fundada por Coco Chanel.
El pesar de la actriz es que desde hace muchos años lidia con este tipo de incidentes y asegura que a lo largo de su vida había sido constante víctima de recelos y desconfianza únicamente debido a que es una mujer negra.
“Esto me pasa muchísimo. Durante toda mi vida, antes y después de convertirme en una actriz reconocida. Me pasó una vez en la isla de San Martín [en el Caribe], cuando estaba de vacaciones después de rodar una película, y me acerqué a un mostrador de Dior para mirar un pintalabios. La dependienta me lo arrebató literalmente de las manos y lo volvió a dejar en la vitrina. Me pasaba mucho en mi barrio, en una tienda de maquillaje de Nueva York, donde me seguían por todo el establecimiento cada vez que mi madre me pedía que fuese a comprar. Me pasaba incluso cuando era adolescente, y en aquel entonces ya sabía que era por mi color de piel y por el ambiente en que estaba.