El ritmo de vida acelerado al que nos vemos sometidos en la actualidad, nos exige que cumplamos con un gran número de tareas al día, para cumplir con los estándares de productividad que requiere el sistema económico en el que vivimos. Si lo pensamos con detenimiento el rol de la mujer actualmente ya no sólo se limita al ámbito familiar, ya no sólo tiene que hacerse cargo de los niños, el hogar y la familia, como ocurría en el pasado, sino que además en muchos casos debe hacerse cargo del sustento familiar y desde luego buscar el éxito y el crecimiento personal y profesional.
Sin embargo, esta lista interminable de tareas, que debemos hacer todos los días, en muchas ocasiones no nos permite dedicarle ni un minuto a nuestra persona, a nuestra vida personal y a lo que realmente nos interesa y nos apasiona, postergando lo que realmente podría hacernos felices para después, lo que termina por traducirse en ansiedad, uno de los padecimientos más comunes en la actualidad.
El filósofo Byung-Chul Han, plantea en su célebre libro La sociedad del cansancio, que vivimos en una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones y laboratorios genéticos, que nos exige una sobre productividad. Es decir, en la sociedad del rendimiento, del multitasking (multitarea), es el propio individuo quien se autoexplota con la coartada de la obligación. En esta sociedad todo el tiempo hay algo que hacer. No está permitido no hacer nada, ni siquiera en los momentos de ocio se deja de hacer cosas.
Lo que resulta contraproducente de acuerdo con el filósofo surcoreano Byung-Chul, ya que no existe nada menos productivo que el multitasking, pues nos conduce a un estado de atención superficial, y debemos recordar que los grandes logros de la humanidad se han conseguido gracias a una atención profunda y contemplativa. Lo mismo ocurre con los logros propios, para conseguirlos necesitamos enfocarnos en las cosas que son realmente importantes.
Por ello es importante cambiar un poco nuestra manera de conducirnos y pensar más en nosotros mismos, que en todo lo que nos resta por hacer. Podemos comenzar haciendo una lista con nuestras prioridades reales, en la que se encuentren en primer lugar esas actividades que nos hacen felices, nos vuelven más creativos y llenan de plenitud nuestra vida.
*Empieza por hacer lo que realmente nos gusta y no continuar postergando eso que nos apasiona para un después que jamás llegará. Comenzar nuestro día haciendo algo que sabemos que nos hará bien, e invertir nuestra energía en lo que realmente nos gusta.
*Eso no significa que ya no tendremos que hacer la otra parte, la que nos desagrada o nos resulta más pesada. Sin embargo, podemos dejarla para después de lo realmente importante, de esta manera no permitiremos que este tipo de actividades nos roben energía y nos dificulten hacer lo que realmente nos gusta y requiere de todo nuestro potencial.
El resto de las actividades que tienes que hacer puedes organizarlas de la siguiente manera:
*Una vez que hayas terminado con las actividades que te apasionan y te hacen feliz, cumple con los pendientes que tengas, con las cosas que sean absolutamente necesarias, lo antes posible, no los postergues por mucho tiempo, porque podrían convertirse en algo mucho más pesado para ti.
*Delega tareas, no te hagas cargo de todo tú sola, pide ayuda, reparte tareas, consigue que ciertas cosas se realicen sin que recaigan en ti necesariamente.
*Elimina los elementos que no son realmente necesarios. Renuncia a todo aquello que no te interese hacer o que no es extrictamente necesario.