Una de esas emociones que no sabías que tenían nombre, es la basorexia. Aunque propiamente se trata de una filia (simpatía o afición sexual por una determinada cosa), la basorexia es la necesidad repentina de besar a alguien. El deseo es tan fuerte que incluso puede generar un orgasmo (¡oh sí!).
Si vivías creyendo que no había nada más que un coito, bienvenida al 2017. La historiadora Tiffany Watt Smith es la autora de The Book of Human Emotions, un libro en el que describe 156 emociones diferentes que todos hemos sentido alguna vez, pero que no siempre sabemos nombrar. Empieza por la basorexia.
El punto de esta filia es seguir tus instintos. Ir de un beso a un orgasmo en cuestión de segundos es posible gracias a la basorexia. No todas la experimentan, es verdad, pero si de pronto la encuentras de frente, solo síguela, ella sabrá hasta dónde llevarte.
Desde las conocidas mariposas en el estómago hasta una intensa sensación de ansiedad que te hace desear tener cerca a la otra persona, en específico, robarle un beso. Esta sensación puede ser tan abrumadora que provoca un aumento de deseo sexual inmediato. Puede manifestarse si te encuentras cerca de alguien de quien te sientas muy atraída sexualmente y la sensación puede ser controlable pero si el lugar y el momento se prestan, solo déjate llevar.
Si la basorexia te lleva al clímax, punto para ti. Si no, de cualquier manera te llevará a la cama y el resto es cosa de dos. Además, recuerda que una buena sesión de besos quema alrededor de 2.6 calorías (por minuto), si es muy intensa, pueden acelerar los latidos del corazón a 150 palpitaciones por minuto. Por donde lo veas, es una gran rutina de ejercicio.
Un vaso de agua y un beso no se le niega a (casi) nadie.