1. Todos vivimos de día y dormimos de noche
Según explica una investigación de la Universidad Libre de Bruselas, los trasnochadores pueden permanecer despiertos durante más tiempo que los madrugadores antes de rendirse frente a la fatiga mental. Existen quienes funcionan mejor de día y quienes lo hace mejor de noche, todos tenemos un reloj interno muy personalizado.
2. Al dormir el cerebro sigue aprendiendo.
El cerebro mientras duerme está trabajando en tareas fundamentales para procurarnos bienestar. Por ejemplo, en el descanso se ?jan los conocimientos que hemos adquirido durante la vigilia. Por eso se a?rma que lo más adecuado antes de presentarse a un examen, además de estudiar, es dormir el número de horas adecuado.
3. Puedo recuperar el sueño perdido entre semana, en sábado y domingo
Dormir correctamente en sábado y domingo para compensar la dinámica de trasnochar y madrugar los días laborales puede tener sus ventajas, como reducir el riesgo de diabetes, tal y como sugiere una investigación realizada en la Universidad de Chicago. Sin embargo, no es una buena forma de equilibrar todo el sueño que hemos perdido, lo que puede acarrear numerosos problemas de salud.
4. Los niños que duermen en la escuela son flojos
Los niños tienden a trasnochar más y prolongar el sueño porque sufren un retraso de unas tres horas en sus ritmos circadianos. Según los médicos, hasta los veinte años se necesita dormir de promedio entre nueve y diez horas porque el cerebro, en pleno desarrollo, precisa mucho tiempo de descanso. Algunos niños tienen diferentes rutinas para dormir, desde muy pequeños se acostumbran a vivir de noche y dormir de día, algo que los profesores tienden a ver como mala educación, pero es todo lo contrario, ir contra la naturaleza del niño puede llegar a frustrarlo después.
9. Tomar una siesta es tiempo muerto
Empresas como Google ya disponen de espacios donde sus empleados pueden disfrutar de una pequeña siesta a mitad de jornada. En función de lo que dure la siesta obtendremos unos bene?cios u otros. Una de menos de cinco minutos nos ayudará a combatir la somnolencia, pero si optamos por descansar de 10 a 20 minutos mejorará signi?cativamente la concentración y la presión sanguínea.
7. A quien madruga, Dios le ayuda
El ciclo circadiano es el nombre del reloj biológico interno que controla nuestros ritmos de sueño y vigilia, y está sincronizado con las fases de luz y oscuridad de la Tierra. Salvo por motivos laborales, la mayor parte de la gente funciona con ese ciclo: trabaja de día y duerme de noche. Pero eso no quiere decir que el ritmo biológico de todas las personas sea el mismo: las hay que funcionan mejor por la mañana y otras que lo hacen a última hora del día. En función de esta característica, los individuos se dividen en búhos, que trasnochan y se levantan más tarde; y alondras, que se acuestan pronto y madrugan. Ojo: también hay gente que es neutra. Por otra parte, esta clasi?cación cambia mucho con la edad. Así, los ancianos tienden a ser más alondras, y los adolescentes, rapaces nocturnas.
En principio, ser una cosa u otra no reporta ventajas signi?cativas, tampoco en la salud. Pero, según explica una investigación de la Universidad Libre de Bruselas en la revista Science, los trasnochadores pueden permanecer despiertos durante más tiempo que los madrugadores antes de rendirse frente a la fatiga mental. ¿Por qué? Una posible respuesta es que el área cerebral que regula el reloj biológico coincide con la que gobierna la atención, de manera que si el ciclo circadiano pide dormir, el área se adormece. Es decir, al tópico “a quien madruga, Dios le ayuda” deberíamos replicar “no por mucho madrugar, amanece más temprano”.